San Alejandro
Está considerado tradicionalmente el abanderado de la Legión Tebana y uno de los soldados cristianos que sufrió el martirio durante las persecuciones de Diocleciano y Maximiano
San Luis de Francia
Sus contemporáneos le definieron «el rey devoto» y ha pasado a la historia como un soberano justo
San Bartolomé
El evangelista Juan nos ofrece un retrato fascinante de su figura, llamando a Bartolomé con el nombre con el que la tradición lo ha identificado: Natanael, en hebreo «Dios ha dado» o, también, «don de Dios»
Santa Rosa de Lima
Fue una mística llena de innumerables dones celestes que ofreció toda su vida en oblación a Dios por la salvación de las almas y la conversión de los pueblos del Nuevo Mundo
Santa María Reina
María es honrada desde tiempos antiguos como reina y con tal título es invocada trece veces en las Letanías Lauretanas. El primer motivo de su dignidad real es su divina maternidad, que asocia admirablemente a la Madre con los misterios del Hijo
San Pío X
«Restaurar todo en Cristo» fue el principio inspirador de los once años de pontificado de san Pío X (1835-1914), el papa de humildes orígenes que supo analizar lúcidamente y condenar los errores del modernismo
San Bernardo de Claraval
Bernardo intervino en las más graves cuestiones de su tiempo, que corrían el riesgo de poner en peligro a la Iglesia. Mantenía viva su humildad meditando sobre los dolores de María y los misterios de la Pasión de Jesús
San Juan Eudes
Fue él quien compuso por primera vez un oficio y una Misa en honor al Corazón Inmaculado de María y al Sagrado Corazón de Jesús
Santa Elena
Célebre por haber sido la madre del emperador Constantino y una mujer llena de fe, que encontró la Vera Cruz, era de origen humilde
Santa Beatriz de Silva
Las que tras su muerte fueron conocidas como concepcionistas franciscanas nacieron de la orden fundada por santa Beatriz de Silva, una mística portuguesa
San Esteban de Hungría
Fue el primer rey húngaro, decisivo para la cristianización del país
Asunción de la Santísima Virgen María
El 1 de noviembre de 1950 Pío XII definió solemnemente el dogma de la Asunción de María: «Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste»