Santos Cornelio y Cipriano
La Iglesia recuerda el mismo día a los santos mártires Cornelio (c. 180-253) y Cipriano (210-258), cuyas vidas se entrelazaron en un periodo crítico para la cristiandad.
La Iglesia recuerda el mismo día a los santos mártires Cornelio (c. 180-253) y Cipriano (210-258), cuyas vidas se entrelazaron en un periodo crítico para la cristiandad. En la época de las persecuciones de Decio, que llevaron al martirio del papa Fabián (†250) y de otros cristianos, había surgido la cuestión de los lapsi (literalmente «caídos», del latín lapsus), es decir, de aquellos que, de varias maneras, habían apostatado. Entre estos estaban también los llamados libeláticos, que habían comprado clandestinamente un falso libellus, es decir un documento que certificaba su devoción a los dioses paganos. Se verificaron varios prodigios divinos que subrayaron la gravedad de la apostasía. Mientras algunos lapsi no se arrepintieron, muchos otros pidieron perdón. Y se formaron fundamentalmente dos corrientes, una favorable a la indulgencia y la otra contraria.
Cipriano, un converso que fue obispo de Cartago, abogaba por readmitir en la comunión, tras una penitencia justa, a quienes se habían arrepentido. Y propuso definir la cuestión en concilios que tendrían lugar una vez acabadas las persecuciones. Mientras tanto, tras más de un año de sede vacante, Cornelio fue elegido pontífice. Pero se le opuso Novaciano, que se autoproclamó papa y que, en oposición al legítimo sucesor de Pedro, sostenía que la Iglesia no podía perdonar el pecado de la idolatría.
Cornelio, apoyado por Cipriano y Dionisio de Alejandría (ambos Padres de la Iglesia), convocó un sínodo para excomulgar a Novaciano y aceptó la propuesta sobre los lapsi del concilio de Cartago. El papa fue en seguida arrestado por el nuevo emperador Treboniano Galo y murió en el 253. Cipriano dio la noticia de que Cornelio había sufrido el martirio, que le tocó a su vez cinco años más tarde bajo las persecuciones de Valeriano. Tras el último rechazo a sacrificar a los dioses paganos, Cipriano fue martirizado y los cristianos usaron paños para recoger su sangre.