San Atanasio
Las cinco veces en que se vio obligado al exilio por su indómita defensa de la fe, amenazada por los arrianos, nos dan una idea de por qué san Atanasio (c. 295-373) es llamado «el Grande»
San José Obrero
Pío XII instituyó la fiesta de «San José Obrero» para ayudar a los trabajadores a no perder de vista el sentido cristiano del trabajo
San Pío V
Defendió la recta fe de las herejías y unió su nombre a la batalla de Lepanto. Se preocupó de favorecer los servicios sanitarios.
Santa Catalina de Siena
Sus 33 años de vida terrena, uno de los muchos signos de su pertenencia total a Jesús, estuvieron acompañados de dones místicos extraordinarios. Es copatrona de Italia y de Europa.
San Luis María Grignion de Montfort
"El conocimiento de Jesucristo y la llegada de su reino al mundo no serán más que la consecuencia necesaria del conocimiento y reinado de la Santísima Virgen, quien lo trajo al mundo la primera vez y lo hará resplandecer la segunda", escribe en el Tratado
Santa Zita
Educada en la piedad cristiana, la joven creció con una regla de vida muy simple: «¿Esto le gusta a Jesús? ¿Esto le disgusta?»
San Pascasio Radberto
Está considerado el mayor teólogo del siglo IX por su tratado sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía, como también por algunas obras sobre María.
San Marcos
Escribió el segundo Evangelio por directa petición de los primeros cristianos de Roma, atraídos por las enseñanzas de san Pedro.
San Fidel de Sigmaringa
Fue martirizado por los calvinistas después de haber convertido a muchos de ellos a la verdadera fe.
San Jorge
Existen testimonios de su culto desde el siglo IV, época de la que data su martirio, ocurrido probablemente durante la Gran Persecución de Diocleciano.
San Leónidas de Alejandría
Su martirio tuvo lugar durante las persecuciones ordenadas por el emperador Septimio Severo.
San Anselmo de Aosta
Considerado por algunos como el fundador de la Escolástica, ideó un argumento sobre la existencia de Dios, estudiado por generaciones de filósofos y teólogos.