San Pedro Canisio
La Reforma católica habría carecido de una pieza fundamental sin San Pedro Canisio (1521-1597). Basta pensar que con su Catecismo -más aún, con sus tres catecismos, porque escribió muchos- los fieles alemanes se formaron durante siglos: en Alemania, como recordaba Benedicto XVI, "todavía en la generación de mi padre la gente llamaba al Catecismo simplemente el Canisio".
Santo Domingo de Silos
La fama de santidad de la que ya gozaba Domingo de Silos (1000-1073) en vida lo llevó a ser canonizado apenas tres años después de su muerte, mientras que España se encontraba en medio de la Reconquista.
San Anastasio I
El pontificado de san Anastasio I (fallecido en el año 401) duró sólo dos años, pero fue capaz de desempeñar un papel decisivo en la defensa de la ortodoxia, ganándose la admiración del contemporáneo san Jerónimo, que escribió un elogio para exaltar su santidad y riqueza en la pobreza.
San Gaciano
Fue el obispo fundador de la diócesis de Tours un siglo antes de que san Martín fuera aclamado como su líder.
Santa Olimpia
Las diecisiete cartas que san Juan Crisóstomo le escribió desde el exilio dan testimonio de la estima de la que gozaba en la comunidad cristiana santa Olimpia (361-408), perseguida a su vez
Santa Adelaida
Reina, emperatriz y, sobre todo, santa. En efecto, hubo muchas etapas importantes en la vida de Adelaida de Borgoña (931-999), pero su denominador común se encuentra en su reputación de cristiana ejemplar que se ganó ya en su juventud mostrándose como una madre y esposa devota, influyente en la política de Italia y Alemania y con especial cuidado por los últimos.
Santa María Crocifissa Di Rosa
La vocación a la santidad fue clara ya desde la primera infancia en la fundadora de las Siervas de la Caridad, santa María Crocifissa Di Rosa (1813-1855), sexta de nueve hijos nacidos en Brescia de padres nobles y devotos, que la bautizaron como Paola Francesca Maria.
San Juan de la Cruz
Reconocido como "el más santo de los poetas y el más poeta de los santos" (como lo llamaba el poeta español Antonio Machado) y llamado Doctor Mysticus, san Juan de la Cruz (1542-1591) no sólo nos transmitió una doctrina mística iluminadora en la que nos presenta un camino seguro de santidad, sino que al mismo tiempo fue un hombre muy concreto, que apoyó a santa Teresa de Ávila en la reforma del Carmelo.
Santa Lucía
Modelo de pura fidelidad a Cristo hasta su glorioso martirio, santa Lucía († 13 de diciembre de 304) es una de las figuras más queridas de la piedad cristiana, ejemplo para los fieles en su camino hacia Dios y fuente de inspiración para artistas y escritores, especialmente para Dante, que sanó después de haber pedido su intercesión y la celebró en la Divina Comedia como "enemiga de todo corazón cruel" y guía segura.
Nuestra Señora de Guadalupe
La devoción a Nuestra Señora de Guadalupe nació de las apariciones de 1531 al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de las cuales queda un signo tangible en la imagen milagrosa de la Santísima Virgen, sometida a diversos análisis científicos y que todavía se conserva en el santuario dedicado a ella.
San Dámaso I
El pontificado de san Dámaso I (304-384) estuvo lleno de acontecimientos. Ascendió al trono petrino en el año 366 y gobernó la Iglesia en una fase en la que las herejías se abatieron sobre la Divina Trinidad, contra las que luchó enérgicamente con la ayuda, entre otros, de san Jerónimo, que durante algún tiempo tuvo como secretario y al que encargó traducir la Biblia al latín.
Beata Virgen María de Loreto
Hoy recordamos la traslación de la Santa Casa de Nazaret que el 10 de diciembre de 1294 fue llevada por ángeles en el territorio de Le Marche (Italia), entonces parte del Estado Pontificio. No fue la primera traslación milagrosa ni sería la última, por lo que vale la pena mencionar el contexto histórico en el que esto ocurrió.