San Félix I por Ermes Dovico
ENTREVISTA

Niños santos: el dolor inocente que convierte los corazones

Veintiocho historias de niños aún no canonizados pero con una clara santidad de vida, recopiladas en una exposición que lleva meses recorriendo Italia. Pequeños que vivieron el sufrimiento en unión con Jesús, mostrándonos el camino al Paraíso. La Brújula Cotidiana ha entrevistado a la comisaria de la exposición, sor Maria Concetta Visone.

Ecclesia 30_12_2025 Italiano

Desde Lisa Rossi hasta Laura Degan, desde los hermanos Cosimo, Giastin y Rosaria Gravina hasta Davide Fiorillo, desde Sara Mariucci hasta la irlandesa Ellen Organ. Estos son algunos de los nombres de los 28 niños que protagonizan la exposición Piccoli Splendori della Gloria di Dio (“Pequeñas maravillas de la gloria de Dios”), que desde junio de 2025 recorre Italia y que estos días (hasta el 7 de enero de 2026) se puede visitar en el santuario del Niño Jesús de Praga, en Arenzano (Génova).

Nombres de niños que no aparecen en los libros de historia, desconocidos para la mayoría, pero que han desempeñado —y siguen desempeñando— un papel importante en la historia que más importa: la de la salvación. Muchos de ellos ya son conocidos por los lectores de la Brújula Cotidiana (La Nuova Bussola Quotidiana en su edición original en Italia) que también ha publicado un libro sobre Laura Degan y, antes, había dedicado otra publicación —Il chicco di grano. Storie di "Santi Giovani" in mezzo a noi (El grano de trigo. Historias de "santos jóvenes" entre nosotros), que cuenta las historias de seis niños y jóvenes (algunos ya canonizados o cuya causa de beatificación ya se ha iniciado) que se han conformado a Cristo.

Los 28 niños de la exposición aún no han sido proclamados santos ni beatos, pero sus vidas muestran signos de santidad y son el origen de innumerables conversiones. De ahí la decisión de organizar una exposición para darlos a conocer, como explica en esta entrevista a la Brújula Cotidiana la hermana Maria Concetta Visone, superiora de las Misioneras Franciscanas de María Inmaculada en el convento de Rezzato (Brescia).

Según la lógica del mundo, estos niños fueron desafortunados y su muerte una desgracia. ¿Qué nos dice, en cambio, la lógica del Cielo?
En cierto modo, mostrar la lógica del Cielo es el sentido de la exposición, que nació con dos objetivos. El primero es enseñar a los niños que la santidad es posible, que no es solo cosa de adultos. De hecho, esta exposición está atrayendo a muchos niños, porque ven cómo otros niños de su edad han llegado rápidamente, con su sencillez y pureza, al corazón de Dios. Al recorrer muchos lugares de Italia, me he dado cuenta de cómo muchos niños quedan fascinados ante los paneles con las breves biografías de sus “predecesores” y se detienen incluso a hablar con ellos, como si se estableciera una comunión espiritual inmediata.

En segundo lugar, es una exposición dirigida también a los adultos, para reafirmar su fe católica. Delante de estos paneles he visto llorar a muchos adultos. Algunos han dicho: “Ahora comprendo verdaderamente lo que es la vida”, o “Por fin consigo dar sentido a los sufrimientos que he vivido hasta ahora”. La santidad de estos niños es algo muy sencillo, directo, que consigue penetrar también en el corazón de los adultos. Como dice san Pablo, “Dios ha elegido lo débil del mundo para confundir a los fuertes”. En esta exposición he decidido no incluir a niños ya beatificados o canonizados, sino presentar figuras que aún no son muy conocidas pero que merecen serlo, tanto para dar entusiasmo en la fe como porque estos niños pueden interceder por nosotros desde el Paraíso.

Estos niños han unido su sufrimiento al de Jesús. ¿Qué valor tiene esta ofrenda?
La santidad de estos niños ha pasado por caminos muy dolorosos, un poco como el Vía Crucis. Algunos de ellos han vivido toda su vida en este sufrimiento unido al Crucificado, otros solo unos pocos años. Sin embargo, es precisamente de ese dolor de donde ha brotado este perfume de gracia, como incienso que ha envuelto su vida y la de sus padres y de quienes estaban a su lado. También tenían cuerpos frágiles, a menudo estaban enfermos, pero a través de este sufrimiento, que estos niños unían incesantemente al sacrificio de Jesús, lograron hacer brotar luz en medio de la oscuridad. El dolor, si se vive bien, es fuente de inmensas gracias. Estos niños, con su dolor ofrecido a Dios, lograron hacer más que muchos sermones o conferencias. Otro aspecto importante es también la ofrenda de sus madres. Al recorrer la vida de estos niños, a menudo me detenía en la frase del Evangelio: “A ti te está reservado ser la madre del Salvador, tu alma será traspasada por una espada”. No debemos olvidar que al dolor de Jesús se unía el dolor de una madre, María. Bajo cada cruz de estos niños estaba también la madre, sufriendo por los sufrimientos de sus hijos. En cada sí de estos niños a la cruz, su dolor se convirtió en amor, y también estaba el sí de sus madres, con el eco del fiat de la Inmaculada.

En algunas de estas historias está involucrada toda la familia, a veces estos niños son el origen de la conversión de los padres.
Exacto, en la mayoría de los casos son precisamente los niños los que han llevado a toda su familia a Jesús, porque nos encontramos con muchos casos en los que los padres no eran muy practicantes. En cuanto al dolor de los inocentes, me impacta mucho el pasaje del Evangelio de San Juan (cap. 9) sobre el ciego de nacimiento, donde los discípulos le preguntan a Jesús de quién es la culpa de su ceguera. Y Jesús responde que no es culpa suya ni de sus padres, “sino para que se manifestaran en él las obras de Dios”. Estas enfermedades no son un castigo divino: más bien, el dolor de los inocentes se permite para que a través de él se manifiesten las obras de Dios. El dolor de los inocentes tiene una fuerza, un poder irresistible de apaciguamiento e intercesión sobre el corazón de Dios.

Muchos de estos niños, si no todos, han sido también pequeños místicos, que han vivido las realidades del Cielo ya en la tierra. ¿Qué nos enseña su ejemplo?
Nos enseña que la mística, la unión con Jesús, es mucho más sencilla de lo que pensamos. Sin duda, la Teología es fundamental, pero podemos decir que estos niños han sido pequeños teólogos, sin estudiar libros ni escuchar conferencias. Estos niños nos enseñan que la verdadera mística consiste sobre todo en la sencillez de un corazón que quiere acercarse a Jesús con una gran fe, una gran esperanza y un amor inmenso: estos niños han encarnado las tres virtudes teologales, que son el fundamento de la vida cristiana. Y a través de su pureza han logrado vivir, por así decirlo, todas las etapas de la vida ascética y mística, es decir, las etapas de la purificación, la iluminación y luego la unión con Dios: lo han logrado sin obras extraordinarias, sino con esa sencillez de mirada que los unía por completo a Jesús.

¿Puede dar algún ejemplo?
Sí, un ejemplo es la pequeña Lisa Rossi: el origen de esta exposición es el encuentro con sus padres y, por tanto, con la vida de Lisa, fallecida con solo 9 años, la primera de estos 28 niños que he conocido. De su extraordinaria figura me impresiona mucho el vigor, la energía y la fe con la que vivió su calvario. Esto me ha hecho sentir en mi corazón el deseo de darla a conocer, también porque sigo a muchos jóvenes y veo que muchos de ellos están realmente cansados de vivir, casi sin fuerzas para proyectar un futuro. Lisa, a pesar de estar enferma desde los tres años, nunca dejó de luchar, de hacer gimnasia y de dar fuerza y consuelo a todos, incluidos sus padres, de quienes quizás debería haber recibido más ese valor. Siempre me ha impresionado una frase que le dijo a su madre: “Jesús es muy bueno conmigo, nunca falla”. Es una frase que encierra una gran mística, porque es un acto de fe, esperanza y caridad. Estaba convencida de que Jesús no había fallado ni siquiera con su enfermedad, de la que Lisa siempre decía: “No es por la muerte, sino por la gloria de Dios”.

También en los tres hermanos Gravina, “los tres volcanes de la alegría”, se ve que su vida es una lección para quienes consideran inútiles ciertas vidas, y también para quienes piensan que la felicidad depende de la perfección del cuerpo o de los talentos naturales. En los tres hermanos Gravina, que han estado limitados en muchas cosas y continuamente expuestos al riesgo de muerte por su enfermedad genética, vemos realmente una inmensa alegría dada por la unión con Jesús, hasta el punto de poder llevar a Jesús no solo a sus padres, sino a todas las personas que los conocían.

En definitiva, ¿qué mensaje dan estos niños a las familias y a sus compañeros que quizá también luchan contra una grave enfermedad?
Transmiten un mensaje de esperanza, confirmado por los testimonios que me llegan de muchas personas que me dicen que han logrado tener esperanza contra toda esperanza, en su vida, en sus pruebas y sufrimientos. Otro aspecto hermoso es que todos estos niños han tenido una relación especial con la Virgen María y muchos de ellos con el ángel de la guarda. He recibido muchos testimonios de personas que me han dicho que gracias a estos niños han comprendido que la Virgen María es una madre que sabe cuidar de nuestras almas, de nuestros sufrimientos, que nos consuela en los momentos difíciles. Estos niños, a través de su vida, nos han enseñado la sabiduría celestial.

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Libros recomendados:

Il chicco di grano. Storie di «Santi Giovani» in mezzo a noi (La Nuova Bussola Quotidiana), de Costanza Signorelli

Nata per il Paradiso. La straordinaria vita di Laura Degan (La Nuova Bussola Quotidiana), de Costanza Signorelli