Cristo Rey por Ermes Dovico

San Raniero

Nació en Pisa, la ciudad de la que es patrón, de una familia de comerciantes. A pesar de los esfuerzos de sus padres para darle una educación cristiana, pasó su primera juventud de fiesta con sus amigos, ignorando los reclamos de la familia...

Santo del día 17_06_2021 Italiano
Tomba di san Ranieri

San Raniero (c. 1115-1160) nació en Pisa, la ciudad de la que es patrón, de una familia de comerciantes. A pesar de los esfuerzos de sus padres para darle una educación cristiana, pasó su primera juventud de fiesta con sus amigos, ignorando los reclamos de la familia para vivir más sobriamente. Tenía una gran pasión por el canto y podía tocar la zanfona, un instrumento de cuerda de origen medieval. Puede ser que durante este período se manchara con un delito grave. En su hagiografía más conocida, escrita cinco años después de su muerte por su amigo y canónigo Benincasa, quien mantuvo parte de la información de una Vida precedente, es varias veces definido como “homicida”. En cualquier caso, es cierto que, de repente, comenzó a sentir la necesidad de servir a Dios.

Fue decisivo el encuentro con un noble originario de Córcega, de nombre Alberto Leccapecore, que había dejado todo después de ver a su hermano morir en un enfrentamiento armado y se había retirado a vivir en penitencia, como laico, en el monasterio de San Vito. Desde el momento de la conversación con Alberto, el joven Raniero comenzó una conversión gradual e imparable, que le llevó a abrazar totalmente la voluntad divina. Hacia los veinte años viajó a Oriente por razones comerciales y durante unos cuatro años continuó ejerciendo la profesión de comerciante, hasta la llamada definitiva, ocurrida en Tierra Santa. Tan pronto como llegó a Jerusalén quiso ir a la capilla del Gólgota, dentro de la Basílica del Santo Sepulcro. Aquí hizo el acto de despojarse de sus ricas túnicas, para llevar puesto el hábito del penitente, la pilurica. A partir de ese día, era un Viernes Santo del año 1140, vivió en la más completa pobreza, entregando todas sus pertenencias a los necesitados. Intensificó sus oraciones y meditaciones sobre la Pasión de Jesús.

Visitó los principales lugares de la vida terrenal de Nuestro Señor, como Belén, Nazaret, el Tabor, el Monte de la Cuarentena (donde Jesús fue tentado por Satanás). Su lugar predilecto era el Santo Sepulcro, donde se detenía día y noche para rezar y contemplar el misterio del Resucitado. Ejercitaba su voluntad en ayunos constantes, absteniéndose normalmente de comer todos los días de la semana, excepto los jueves y domingos. Hacia el año 1154 decidió regresar a Pisa para compartir con sus conciudadanos la alegría de la irrupción de Cristo en su vida. Después de regresar a la ciudad, donde fue acogido en un monasterio, su fama como taumaturgo pronto se extendió. El santo realizó varias curaciones milagrosas con el don del agua bendita y esta es, probablemente, la razón por la cual Benincasa lo llamó, en su hagiografía, “Raniero del Agua”.

Por inspiración divina, se mudó al monasterio de San Vito, donde había comenzado su conversión gracias al encuentro con Alberto. Continuó viviendo como laico, en castidad y obediencia a la Iglesia. Al mismo tiempo, se dedicó a la predicación, que veía como una parte integrante de su misión como cristiano. Murió en fama de santidad el 17 de junio de 1160.