Los doce
Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos (Mt 10, 7)
Nunca se había visto nada semejante en Israel
Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas
Con sólo tocar su manto
Hija, ten confianza; tu fe te ha curado (Mt 9, 22)
La última meta
Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo (Lc 10, 20)
Renovarse
Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura (Mt 9, 16)
No son los sanos los que necesitan de médico
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt 9, 13)
Trajeron a donde él estaba a un paralítico...
Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados” (Mt 9, 2)
“¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. (Mt 16, 15-16)
La calma en la tempestad
Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Entonces se levantó, dio una orden terminante a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma (Mt 8, 26)
Maestro, te seguiré...
Pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza (Mt 8, 20)
Soportar pacientemente
Pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén (Lc 9, 53)
¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?
Al verlo, sus padres se quedaron atónitos (Lc 2, 48)