Santa Bibiana
El martirio de la joven virgen romana Bibiana se sitúa en el paréntesis histórico del imperio de Flavio Claudio Julián (361-363), llamado el Apóstata
El martirio de la joven virgen romana Bibiana (347-362), nombre asimilado al de la más difundida Viviana, se sitúa en el paréntesis histórico del imperio de Flavio Claudio Julián (361-363), llamado el Apóstata. Este emperador intentó restaurar el paganismo después de que hubiera sido sustituido por el cristianismo, que había resistido a tres siglos de persecución y finalmente se había consolidado en la época de Constantino, cuando por fin obtuvo la libertad de culto.
La atestación más antigua del nombre de esta santa se encuentra en el Liber Pontificalis, que en su reconstrucción de la biografía de san Simplicio (papa de 468 a 483) informa que el pontífice consagró cuatro basílicas en Roma, una de las cuales “cerca del palatium Licinianum, dedicada a la santa mártir Bibiana, donde descansa su cuerpo”. Esta iglesia, restaurada en el siglo XIII, todavía existe y alberga los restos de Bibiana en el interior de una antigua urna de alabastro (en la que también se conservan reliquias de las mártires Dafrosa y Deméter), así como una valiosa estatua tallada por Gian Lorenzo Bernini.
La historia de su martirio se describe en la Passio Bibianae, obra de un autor del siglo VII, según el cual Bibiana y su familia fueron perseguidos por Aproniano, nombrado prefecto de Roma por el emperador Flavio Claudio Julián el Apóstata y que, por la pérdida de un ojo, consideraba de forma supersticiosa responsables a los cristianos. El primero en ser martirizado fue el padre de la santa, Flaviano, que fue sorprendido enterrando los cuerpos de los mártires Prisco, Prisciliano y Benedetta, y por esta razón fue exiliado y asesinado. Poco después, su madre Dafrosa fue decapitada, mientras que su hermana Deméter, que resistió a meses de penurias y amenazas para inducirla a abjurar, murió en la cárcel después de reafirmar su fe en Cristo.
Viendo que el encarcelamiento no había logrado debilitar la firme fe de Bibiana, Aproniano cambió su estrategia e hizo que una mujer llamada Rufina fuera su compañera en la cárcel. Rufina trató de engañar a la joven proponiéndole una vida cómoda hecha de placeres mundanos. Pero la santa volvió a dar prueba de sus virtudes, profesando una vez más fidelidad a Dios. Cegado por la ira contra la fortaleza de Bibiana, Aproniano hizo que la ataran a una columna y la azotaran con varas de plomo, iniciando una agonía que, según la tradición, duró cuatro días. Hoy el Martirologio la recuerda de la siguiente manera: “En Roma, santa Bibiana, mártir, en cuyo honor el Papa san Simplicio nombró una basílica en el Esquilino”.
Patrona de: epilépticos, enfermedades mentales