San Raimundo de Peñafort
Fue el tercer maestro general de la Orden dominicana. Su fama de jurista y teólogo, como también de hombre de oración, impulsó a Gregorio IX a confiarle importantes responsabilidades, entre las cuales la de recoger y ordenar todas las decretales. El trabajo meticuloso de Raimundo confluyó en el Liber Extra
No se conoce con precisión la fecha exacta de su nacimiento, pero las crónicas de la época afirman que murió con unos 100 años. Y en su siglo de vida, san Raimundo de Peñafort (c. 1175-1275), gran conocedor del derecho canónico y tercer maestro general de la Orden dominicana, supo dejar una huella relevante en la historia de la Iglesia. Nacido en una familia noble de Cataluña, en su juventud enseñó lógica y retórica en Barcelona y, después, se trasladó a Bolonia para estudiar derecho canónico. Conoció al beato Reginaldo de Bolonia, cuya enseñanza favoreció la decisión de Raimundo (mientras tanto nombrado canónigo en la catedral de Barcelona) de entrar en los dominicos, tomando el hábito a la edad de 47 años. El año siguiente (1223) animó a san Pedro Nolasco a fundar la Orden de los mercedarios, es decir, la de esos religiosos que se comprometían en alma y cuerpo a rescatar a los cristianos hechos esclavos por los musulmanes, mientras España estaba en plena Reconquista.
Una de sus obras más conocidas en ámbito doctrinal es una guía para confesores titulada Summa de casibus poenitentiae, en la que el santo aborda los mayores casos de conciencia. Su fama de jurista y teólogo, como también de hombre de oración, impulsó a Gregorio IX a confiarle importantes responsabilidades, entre las cuales la de recoger y ordenar todas las decretales, es decir, los documentos escritos por los pontífices sobre cuestiones especiales de carácter disciplinar, dogmático o litúrgico. El trabajo meticuloso de Raimundo confluyó en el Liber Extra, que el papa promulgó en 1234: las disposiciones contenidas en esta colección permanecieron en vigor durante casi siete siglos, hasta la publicación del Código de Derecho Canónico en 1917.
En 1238 -tras la muerte del beato Jordán de Sajonia, primer sucesor de santo Domingo- fue elegido maestro general de la Orden de los predicadores. Al ser una persona muy práctica, se puso inmediatamente en marcha para visitar los distintos conventos dominicos y, mientras tanto, consiguió también redactar el borrador de las nuevas constituciones de su orden, cuya guía dejó dos años después de su elección. Para Raimundo era muy importante anunciar a Jesucristo a los judíos y musulmanes y, con este fin, instituyó una escuela de hebreo en Murcia y una de árabe en Túnez. Además, le pidió a santo Tomás de Aquino que escribiera un texto que pudiera ayudar a los misioneros a evangelizar a los no cristianos, refutando sus objeciones. El resultado fue la Summa contra Gentiles de santo Tomás.
Patrono de: los juristas y los canonistas