Santos Inocentes por Ermes Dovico

San Gregorio de Nisa

Con su hermano Basilio Magno y su amigo Gregorio Nacianceno, forma parte del grupo de los Padres capadocios, unidos por la procedencia geográfica común y, sobre todo, por el espesor teológico y filosófico

Santo del día 10_01_2024 Italiano English

Con su hermano Basilio Magno y su amigo Gregorio Nacianceno, san Gregorio de Nisa (hacia 335-395) forma parte del grupo de los Padres capadocios, unidos por la procedencia geográfica común y, sobre todo, por el espesor teológico y filosófico. Gregorio, el más joven de los tres, fue educado, al principio, por su madre Emelia y su hermana Macrina la Joven, ambas santas. La veneración que nutría hacia la última se manifestará en la redacción de una Vida de Macrina, en la que recordará el ascetismo de su hermana, a la que propone como modelo de virtud. Su vocación religiosa no se manifestará enseguida; de hecho, en su juventud se mostró más atraído hacia la literatura clásica (subrayando algunos aspectos que eran conciliables con el cristianismo) y la retórica, hasta el punto que recibió un reproche fraterno por parte de Gregorio Nacianceno por preferir los libros profanos a los sagrados.

Tras un periodo de crisis espiritual y atracción por el mundo, alrededor del año 360 Gregorio decidió ingresar en el monasterio fundado por Basilio en el Ponto, donde vivió una decena de años dedicándose a la vida contemplativa bajo la guía de su hermano, al que definirá «padre y maestro», indicando como otros referentes de su maduración a «Pablo, Juan y el resto de los Apóstoles y profetas». En este periodo escribió De Virginitate, tratado en el que exalta la virginidad consagrada como vía para la unión perfecta con Dios. Fue elegido obispo de Nisa y, en su firme lucha contra la herejía arriana, fue acusado injustamente de malgastar los bienes eclesiásticos: cesado en el año 376 durante una ausencia temporal, pudo volver a su sede episcopal, con gran alegría de los fieles, dos años más tarde; es decir, a la muerte del emperador Valente, defensor del arrianismo.

Totalmente diferente fue la relación con el nuevo emperador Teodosio, que lo proclamó «defensor de la fe» y que, en el 380, promulgó el Edicto de Tesalónica, gracias al cual el cristianismo se convirtió en religión oficial del imperio, según la doctrina profesada en el Credo niceno. Dado que la herejía de los macedonianos, que negaba la divinidad del Espíritu Santo, se había difundido mucho, el primer Concilio de Constantinopla (convocado en el año 381 por el propio Teodosio) le dio la oportunidad a la Iglesia de integrar la doctrina trinitaria ya delineada en Nicea: la contribución de Gregorio que, siguiendo el ejemplo de Basilio (fallecido dos años antes) hablaba de la Trinidad como de «una sustancia en tres personas», se convirtió en una de las más importantes y, por este motivo, el santo mereció el apelativo de «pilar de la ortodoxia».

Ademas de los distintos tratados para confutar las principales herejías de la época, Gregorio escribió obras exegéticas y morales, cartas, sermones litúrgicos, panegíricos y fue uno de los primerísimos autores de la antigüedad en hacer una crítica sistemática de la esclavitud. De sus escritos emerge todo su amor hacia Dios y la gratitud por el don que Él ha hecho al hombre: «No es el cielo el que ha sido hecho a imagen de Dios, ni la luna, ni el sol, ni la belleza de las estrellas, ni ninguna de las cosas que vemos en la creación. Sólo tú [alma humana] has sido hecha a imagen de la naturaleza que domina todo intelecto, semejante a la belleza incorruptible, huella de la verdadera divinidad». Y para vencer al pecado, que arruina el alma y aleja de su fin último, san Gregorio indicaba un camino seguro: «A través de la oración conseguimos estar con Dios. Quien está con Dios está lejos del enemigo. La oración es apoyo y defensa de la castidad, freno de la ira, apaciguamiento y dominio de la soberbia. La oración es custodia de la virginidad, protección de la fidelidad en el matrimonio, esperanza para los que velan».

Para saber más:

Catequesis de Benedicto XVI sobre san Gregorio de Nisa (Audiencia general del 5 de septiembre de 2007)