San Cirilo de Alejandría
Fue llamado «sello de los Padres» por su forma de exponer la doctrina de la Encarnación y de defender la ortodoxia
San Cirilo de Alejandría (370-444) fue llamado en el Oriente «sello de los Padres» por su forma de exponer la doctrina de la Encarnación y de defender la ortodoxia, desempeñando un papel central en la disputa cristológica que condujo al Concilio de Éfeso en 431. Asumió la guía de la sede patriarcal de Alejandría en 412, a la muerte de su tío Teófilo, quien nueve años antes, durante el llamado Sínodo del Roble, había logrado que el obispo de Constantinopla, san Juan Crisóstomo († 407), fuera depuesto. Fue por este hecho que posteriormente excomulgaron a Teófilo.
Cirilo se comprometió a subsanar la fractura con la sede constantinopolitana, pero en 428 la elección de Nestorio como patriarca de Constantinopla provocó una nueva división entre los dos patriarcados. De hecho, Nestorio negó la unión hipostática de la naturaleza humana y divina en la única persona de Cristo, por lo que terminó creyendo en la existencia de dos personas distintas y, por lo tanto, se negó a llamar a María con el título de Theotókos (Madre de Dios), que ya estaba muy extendido entre los fieles. Nestorio solo reconocía el título de Christotókos (Madre de Cristo), pero lo entendía erróneamente creyendo que Nuestra Señora fuese madre tan sólo del hombre, separado del Verbo divino. Cirilo reaccionó escribiendo una carta pastoral a los fieles, en la que refutaba los errores de Nestorio, con quien también mantenía correspondencia para ayudarlo a reconocer la recta fe en Jesucristo.
El santo escribió tres cartas al obispo herético (la segunda y la tercera fueron aprobadas por los Padres del Concilio reunidos en Éfeso). En ellas expresó su doctrina cristológica, conforme a las Escrituras y la Tradición: «Siendo distintas las naturalezas que se unieron en esta unidad verdadera, de ambas resultó un solo Cristo, un solo Hijo: no en el sentido de que la diversidad de las naturalezas quedara eliminada por esta unión, sino que la divinidad y la humanidad completaron para nosotros al único Señor Jesucristo e Hijo con su inefable e inexpresable conjunción en la unidad». (II Carta de Cirilo a Nestorio). A partir de aquí, explicó la exactitud del título de Theotókos para María, «no que la naturaleza del Verbo o su divinidad tuvieran su origen de la Santa Virgen, sino que, nace de ella el Santo Cuerpo dotado de un alma racional a la que el Verbo está sustancialmente unido, se dice que el Verbo ha nacido según la carne» (Ibídem).
Mientras tanto, Cirilo había informado al Papa, san Celestino, quien convocó un sínodo en Roma (agosto de 430) en el que se condenó la herejía de Nestorio. Pero incluso antes de que esta noticia llegara a Constantinopla, el emperador Teodosio II había decidido celebrar un concilio ecuménico, donde el Santo Padre envió a sus adjuntos, incluido Cirilo, encargándolos de presidir la asamblea conciliar que tuvo lugar en Éfeso en 431. Después de un comienzo revuelto, el Concilio de Éfeso terminó con la condena del nestorianismo, la aceptación de la doctrina de Cirilo y la solemne proclamación de la Maternidad Divina de María.
Su nombre se mencionó arbitrariamente en el caso de Hipatia (la filósofa neoplatónica asesinada por una secta de parabolanos en 415), pero en todo esto el santo no tenía nada que ver (aquí más información). El Doctor Incarnationis nos dejó en herencia un gran número de escritos, desde los comentarios a varios libros del Antiguo y Nuevo Testamento hasta los tratados en defensa de la doctrina trinitaria, con referencias constantes a los Padres, incluido san Atanasio (295-373), quien lo había precedido en la sede alejandrina. León XIII lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1882.
Para saber más:
Catequesis de Benedicto XVI sobre san Cirilo de Alejandría (3 de octubre de 2007)
Lux Veritatis, encíclica de Pio XI (25 de diciembre de 1931)