Un consagrado de Dios
¿No habéis leído lo que hizo David? (Lc 6,3)
Un sábado, iba él caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos. Unos fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». Respondiendo Jesús, les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él». Y les decía: «El Hijo del hombre es señor del sábado». (Lc 6,1-5)
El rey David es un consagrado de Dios y permite a sus compañeros lo que normalmente estaba reservado solo a los sacerdotes. Así, Jesús reclama para sí mismo una soberanía sobre el día sagrado del sábado demostrando su divinidad. Y además les reserva a los apóstoles, que ha llamado para que le representen sobre la tierra tras su ascensión al cielo, el derecho a ser sostenidos materialmente para poder desarrollar más libremente su misión de pastores.