Sin derechos, sólo deberes

Los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor respondió: “Si ustedes tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá. ¿Quién de ustedes, si tiene un servidor para arar o cuidar el ganado, le dirá cuando regrese del campo, “Ven pronto y siéntate a la mesa”? No, más bien le dirán: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú” ¿Serán agradecidos con ese servidor porque siguió las órdenes recibidas? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos”. (Lucas 17: 5-10)

Jesús nos recuerda que hacia Dios no tenemos derechos, sólo deberes. Y lo bueno es que él nos cubre con dones para que no tengamos que esperar nada, sino que solo tratemos de hacer su voluntad como agradecimiento. Nuestra propia vida o los sacramentos, por ejemplo, son dones y no derechos. Por lo tanto, le pedimos a Dios ojos espirituales que sepan ver diariamente los dones que él nos concede en abundancia, inspirando en nosotros la oración de agradecimiento.