Santo Domingo de Silos por Ermes Dovico

Santo Domingo de Silos

Trabajó para rescatar a los cristianos caídos en manos de los moros esclavizados e impedidos de profesar libremente su fe. Poco menos de un siglo después de su regreso a la casa del Padre, su nombre se vinculó a un santo muy famoso...

Santo del día 20_12_2024 Italiano English

La fama de santidad de la que ya gozaba Domingo de Silos (1000-1073) en vida lo llevó a ser canonizado apenas tres años después de su muerte, mientras que España se encontraba en medio de la Reconquista. En el siglo XI gran parte de la península ibérica estaba ocupada de hecho por los musulmanes (la liberación final llegó en 1492 con los Reyes Católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) y santo Domingo trabajó para rescatar a los cristianos caídos en manos de los moros, esclavizados e impedidos de profesar libremente su fe, que algunos habían abandonado con gran peligro para el alma. El problema era tan grande que en la Edad Media otros santos españoles (como san Pedro Nolasco, fundador en el siglo XIII de la Orden de Santa María de la Merced, que realizaba sistemáticamente esta obra) se comprometieron a redimir a los cristianos con todos sus medios, a veces pagando una suma de dinero o entregándose a los musulmanes para liberar a uno o más presos.

Antes de su compasión por los cristianos perseguidos e incluso antes de su vida religiosa, Domingo había sido un humilde pastor. Al escuchar la llamada del Señor entró en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, donde sus hermanos lo eligieron abad, apreciando sus cualidades humanas y espirituales. Su bondad se combinó con el don de la fortaleza y fue notada por el rey García III de Navarra, que trató de imponer un impuesto exorbitante a los monjes que vivían de la Providencia y trabajaban la tierra. ¿La respuesta que recibió? Los bienes del monasterio eran para los pobres y no para los soberanos. García se irritó con el santo, que se vio obligado a trasladarse y se refugió en Castilla bajo la protección de Fernando I, que le pidió que devolviera a su antiguo esplendor el monasterio de San Sebastián de Silos, fundado cuatro siglos antes en la época visigoda y en estado decadente.

Domingo se comprometió a ello con cuerpo y alma, y en poco tiempo la abadía -incluido el claustro, una verdadera joya arquitectónica que aún se puede admirar- volvió a florecer, convirtiéndose en un punto de referencia para la caridad y la cultura. En el interior del monasterio de Silos, más tarde dedicado a Santo Domingo, se preservó el rito mozárabe, uno de los pocos aún en uso junto con el rito romano y el ambrosiano. Después de una vida al servicio de Dios, Domingo murió en su monasterio, donde aún hoy descansan sus restos.

Poco menos de un siglo después de su regreso a la casa del Padre, su nombre se vinculó a un santo muy famoso. La beata Juana de Aza peregrinó al monasterio de Silos para pedir la intercesión de santo Domingo y comprender un extraño sueño sobre el niño que llevaba en su seno. Su petición fue aceptada y Juana comprendió que la imagen onírica (un perro que salía de su vientre con una antorcha encendida en la boca) significaba que su hijo incendiaría el mundo con el fuego de Jesucristo a través de la predicación; como signo de agradecimiento, lo llamó con el nombre del santo de Silos: ese niño era Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como dominicos. Otra tradición vinculada a este hecho y que perduró hasta 1931, año en que se estableció la Segunda República Española (anticristiana): cuando la Reina de España estaba embarazada, el abad del monasterio de Silos le traía el báculo que se colocaba junto a la cama hasta el día del parto, para propiciar el nacimiento.

Patrono de: mujeres en el parto