Santísima Virgen María del Rosario
El 7 de octubre de 1571, en las aguas griegas de Lepanto, la flota musulmana del Imperio otomano se enfrentó con la flota cristiana de la Santa Liga. Antes de la batalla, los cristianos rezaron el Rosario y pidieron la intercesión de María...
El 7 de octubre de 1571, en las aguas griegas de Lepanto, la flota musulmana del Imperio otomano se enfrentó con la flota cristiana de la Santa Liga, que reunió a las repúblicas de Venecia y Génova, el Estado Pontificio, el Imperio español, los principales ducados italianos y los Caballeros de Malta. En el estandarte de la Santa Liga, bendecido antes de la partida por san Pío V, se representaba un crucifijo entre los apóstoles Pedro y Pablo, encabezado por el lema In hoc signo vinces. Era el único símbolo que ondeaba en el bando cristiano, junto con una imagen de la Virgen con la inscripción Sancta Maria succurre miseris, mientras que la bandera de la flota turca llevaba miles de veces impreso el nombre de Alá. Antes de la batalla, los cristianos rezaron el Rosario y pidieron la intercesión de María.
Aquel 7 de octubre marcó la primera gran victoria de un ejército cristiano de la Europa - entonces consciente de sus raíces y de la necesidad de defenderlas - contra el Imperio otomano y su expansionismo, que ya había islamizado muchos territorios. La victoria se comunicó a Roma tan solo 23 días después, pero el día de la batalla, san Pío V había tenido una visión y ordenó: «Son las 12 en punto, sonad las campanas, hemos ganado en Lepanto por intercesión de la Santísima Virgen». Así nació la fiesta de Santa María de la Victoria, más tarde llamada Nuestra Señora del Rosario, hasta la denominación actual que nace con la reforma del calendario de 1969. En tanto, en 1883, León XIII había ya «consagrado y dedicado a la celeste Virgen del Rosario» todo el mes de octubre, alentando a la recitación diaria de esta oración durante todo el mes.
El Rosario ya había tenido un auge extraordinario en el siglo XIII gracias a los dominicos (a santo Domingo, que había rezado para entender cómo derrotar la herejía cátara, se le apareció la Virgen regalándole la coronilla) y a las diversas cofradías nacidas precisamente con el objetivo de difundir esta oración, que incluso en siglos anteriores había estado tomando forma lentamente. Luego, las apariciones de Fátima hicieron que se tomara conciencia de la importancia del Rosario en el plan salvífico de Dios, como arma contra Satanás. Nuestra Señora recomendó a los pastorcillos su recitación diaria, ya desde la primera aparición el 13 de mayo de 1917, «para lograr la paz en el mundo y el final de la guerra».
Además, sor Lucía le explicó su poder al padre Fuentes en una entrevista: «La Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en los que vivimos, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario. Ella ha dado esa eficacia hasta tal punto que no hay ningún problema, ni cuestión por difícil que sea, tanto temporal o sobre todo espiritual, en la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias del mundo, o de las comunidades religiosas, o incluso de la vida de los pueblos y de las naciones, que no pueda ser resuelto por el Santo Rosario. No hay problema, le digo, ni asunto por difícil que sea, que nosotros no podamos resolverlo con el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos. Nos santificaremos. Consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas».
Para saber más:
Il Santo Rosario. La preghiera che Maria desidera, del padre Livio Fanzaga con Saverio Gaeta
El maravilloso secreto del Santo Rosario, de san Luis María Grignion de Montfort