Santa Rita de Casia
Para los fieles, ella es la «Santa de los imposibles», así como un ejemplo admirable en todas las vocaciones encarnadas por ella en su vida: esposa, madre, viuda, esposa de Cristo
Para los fieles, ella es la «Santa de los imposibles», así como un ejemplo admirable en todas las vocaciones encarnadas por ella en su vida: esposa, madre, viuda, esposa de Cristo. Por esta razón, santa Rita de Casia es una de las figuras más queridas en la devoción cristiana. Las peregrinaciones para venerar su cuerpo, que lleva los signos de su participación en la Pasión de Jesús, a menudo van acompañadas de gracias y auténticas curaciones espirituales, testimoniadas por los innumerables exvotos.
Con el nombre de Margherita Lotti nació alrededor de 1381 en Roccaporena, un municipio perteneciente a Casia situado a más de 700 metros sobre el nivel del mar, de padres acomodados y muy religiosos. Según la tradición, fue un ángel quien anunció el nacimiento a su madre, después de que ella y su esposo pidieran, durante doce años, la gracia de tener hijos.
Rita creció con un gran amor por Jesús y María. Maduró la vocación a la vida monástica, pero cuando tenía unos 13 años, en obediencia a sus padres, aceptó casarse con Paolo di Ferdinando di Mancino. La santa logró convertir a su marido - descrito por las hagiografías como un hombre iracundo - con la dulzura de su carácter y la oración constante. Del matrimonio nacieron dos hijos, Giangiacomo y Paolo Maria, que quedaron huérfanos de padre cuando eran adolescentes: el hombre fue asesinado en medio de la noche, camino a casa, quizás víctima de antiguos rencores albergados por un ex camarada de armas. Rita invocó el perdón del asesino de su marido y escondió su camisa ensangrentada para evitar que surgiera en sus hijos deseos de venganza. Rezó a Dios para que se llevara a sus hijos del mundo antes de permitir que sus almas se perdiesen: «Te los entrego a ti. Haz con ellos según tu Voluntad». Sus dos hijos enfermaron y murieron un año después.
Sola y siendo aún joven, llamó a la puerta de las agustinas del monasterio de Santa María Magdalena, pero en tres ocasiones no fue aceptada, tal vez debido a las tensiones que todavía seguían vivas en la aldea después del asesinato. Rita finalmente logró extinguir las intenciones vengativas de la familia de su marido y, en 1407, pudo por fin ser acogida en el convento. La hagiografía más completa y antigua que nos ha llegado sobre ella fue escrita en 1610 por el padre Agostino Cavallucci, quien se basó en la tradición oral del monasterio de Santa María Magdalena y de toda Casia.
El padre Cavallucci refiere que el ingreso entre las agustinas se debió a un hecho prodigioso. Mientras estaba reunida en oración en el llamado “Escollo” de Roccaporena, sus tres protectores, a saber: san Agustín, san Juan Bautista y san Nicolás de Tolentino (venerados en el pueblo, en una iglesia muy querida por ella), la transportaron en vuelo dentro del convento, cuya puerta de entrada estaba bien cerrada. Cuando las monjas, asombradas, la vieron en oración en el coro, se convencieron de que el hecho era fruto de la Providencia. Y acogieron a Rita como hermana.
Rita vivió en el monasterio durante cuarenta años, saliendo solo para ayudar a los pobres y a los enfermos, especialmente a los enfermos de la peste, de la que no se contagió nunca. Desarrolló una devoción extraordinaria hacia la Pasión de Jesús, en la que continuamente se detenía a meditar. El Viernes Santo de 1432, después de pedir durante mucho tiempo poder participar en los sufrimientos de Nuestro Señor, recibió, clavada en la frente, una espina de la corona de Jesús.
Estaba ya muy enferma y se alimentaba casi exclusivamente de la Eucaristía cuando ocurrió el milagro por el que se la llama “La rosa de Roccaporena”. Un día, le pidió a un miembro de la familia que le trajera una rosa y dos higos de su huerto (interpretado como el signo de la salvación eterna de su marido y de sus dos hijos). Su pariente - en contra de todas las expectativas, al ser pleno invierno - pudo, efectivamente, recogerlos y dárselos a la santa.
Murió el 22 de mayo de 1447. Su cuerpo nunca fue sepultado, debido al gran culto que le fue tributado inmediatamente después de su nacimiento al Cielo. El cadáver fue colocado en un primer ataúd llamado «caja humilde». Posteriormente, en 1457, la colocaron dentro de otro sarcófago, la «caja solemne», decorado con imágenes de la santa y con un epitafio, en el que se lee: «Quince años sufriste la espina». En el mismo año, el notario Domenico Angeli comenzó a registrar en el Codex miraculorum todos los milagros atribuidos a la intercesión de Rita (en 1457 ya se contaban 11 de ellos). Los exámenes médicos, realizados en el cuerpo de la santa en 1972 y 1997, han confirmado la presencia de una lesión ósea abierta en el lado izquierdo de la frente.
Patrona de: los casos imposibles, los matrimonios difíciles, los serígrafos