Santa Juliana de Nicomedia
Sufrió el martirio durante la Gran persecución (303-305) ordenada por el emperador Diocleciano
Santa Juliana (aprox. 285-305) era originaria de Nicomedia, la misma ciudad que Diocleciano, augusto de Oriente, había establecido como su capital, mientras que su amigo Maximiano gobernaba sobre Occidente. Sufrió el martirio precisamente durante la Gran persecución (303-305) ordenada por el emperador, que endureció las medidas contra los cristianos probablemente por influencia de su césar Galerio, el cual cambió de parecer cinco días antes de morir, concediendo la libertad de culto con el edicto del 30 de abril del 311.
La memoria de santa Juliana ya existía en el Martirologio Jeronimiano, redactado por un autor anónimo del siglo V y que debe su nombre a san Jerónimo porque en origen se le había atribuido a este santo. Según una antigua Passio incluida en el martirologio recogido por san Beda el Venerable (673-735), Juliana era hija de un funcionario pagano llamado Africano que la había prometido en esposa, cuando aún era una niña, a Eleusio, un hombre cercano al emperador y también pagano. Al crecer, la joven se dio cuenta de lo vacuo que era el paganismo, se hizo bautizar en secreto y cuando llegó el momento fijado para el matrimonio se negó a casarse con Eleusio. Otra fuente refiere que Juliana le dijo que se casaría con él sólo si se convertía al cristianismo. En cualquier caso, nada hizo vacilar la firmeza de su fe. Fue denunciada por ser cristiana, sometida a torturas y, por último, decapitada.
Según la tradición, una noble transportó sus restos a Italia. La santa fue enterrada en Cuma y sus reliquias, esparcidas en otros lugares de la cristiandad, se convirtieron en objeto de veneración. Su culto fue muy popular especialmente en la Edad Media, sobre todo en la región de Campania, en Italia, y en los Países Bajos.
Patrona de: parturientas, enfermos