San Pantaleón
Es patrono de las comadronas y compatrono de los médicos con los célebres Cosme y Damián
San Pantaleón es una de las figuras más famosas que dio testimonio con el martirio de su fe en Cristo durante la Gran persecución (303-305). Es patrono de las comadronas y compatrono de los médicos con los célebres Cosme y Damián. Forma parte del grupo de los llamados Santos anárgiros (término de origen griego que significa literalmente “sin dinero”), llamados así por haber ejercido la medicina sin pedir una retribución. Además, como consecuencia de una devoción surgida en Alemania en el siglo XV, su nombre se incluyó entre los 14 Santos auxiliadores, invocados por los cristianos para las necesidades especiales (en su caso, contra la tisis), aunque su culto colectivo fue suprimido con la reforma del calendario de 1969.
Según la tradición hagiográfica, difundida desde la antigüedad en varias lenguas y versiones, era hijo de Eustorgio, un rico pagano de Nicomedia. Fue educado en la fe cristiana por su madre Eubula. Después de la muerte de la madre, empezó a alejarse de la Iglesia. Bajo la guía del médico Eufrosino aprendió el arte de la medicina tan bien que entró directamente al servicio del emperador Maximiano o, según otras fuentes y más verosímilmente, de Galerio, que fue primero césar (293-305) y luego augusto de Oriente (305-311). Su regreso al cristianismo fue mérito de un sacerdote llamado Hermolao, que vivía escondido para huir de las persecuciones. Hermolao elogió el estudio de la medicina, pero lo convenció a poner en primer lugar a Cristo: «Amigo mío, ¿para qué te sirve todo lo que aprendes en este arte, si eres ignorante en la ciencia de la salvación?».
Pantaleón convirtió a su padre después de haber curado milagrosamente a un ciego invocando el nombre de Cristo. A la muerte de su padre, liberó a sus esclavos y distribuyó sus bienes entre los pobres. Pero la envidia de algunos compañeros llevó a que lo denunciaran al emperador. Este intentó hacerle apostatar de varias formas, pero como no lo consiguió lo condenó a muerte, tachando todos los milagros que había realizado de exhibiciones de “magia”. Después de varios intentos para matarlo, frustrados por otros tantos prodigios, la Passio cuenta que los verdugos consiguieron decapitarlo solo cuando tuvieron el consenso de Pantaleón. Mientras tanto, había implorado el perdón para sus perseguidores y una voz desde lo alto le dio el nuevo nombre de Panteleimon, que en griego quiere decir “el que se compadece de todos”.
La antigüedad del culto de san Pantaleón, más allá de las versiones hagiográficas a veces un poco adornadas que se extendieron posteriormente, está atestiguada por los escritos de Teodoreto de Ciro (c. 393-458; Graecarum affectionum curatio, Sermo VIII, De martyribus) y Procopio de Cesarea (c. 490-565; De aedificiis Justiniani) y por su memoria en el Martirologio Jeronimiano. La catedral de Ravello conserva una ampolla con la sangre de Pantaleón, de cuya anual licuefacción fue testigo san Alfonso María de Ligorio.
Varias ciudades presumen de poseer parte de sus reliquias. Entre ellas Venecia, donde el mártir de Nicomedia ha gozado desde época medieval de gran devoción y que conserva un brazo en la iglesia de San Pantalon (así llaman los venecianos al santo).