Cristo Rey por Ermes Dovico

San Pablo VI

El ministerio de san Pablo VI (1897-1978) culminó a los 15 años de su pontificado en uno de los momentos más difíciles de la Iglesia

Santo del día 29_05_2021 Italiano English

«Toda la vida de Pablo VI estuvo llena de […] adoración y veneración hacia el infinito misterio de Dios», dijo Juan Pablo II en el Ángelus del 3 de agosto de 1980. Y agregó: «Así vemos su figura a la luz de todo cuanto hizo y enseñó; y la vemos cada vez mejor, a medida que el tiempo nos aleja de su existencia terrestre y de su ministerio». El ministerio de san Pablo VI (1897-1978) culminó a los 15 años de su pontificado en uno de los momentos más difíciles de la Iglesia. La Esposa de Cristo se vio internamente lacerada por los crecientes impulsos modernistas y externamente desafiada por un mundo cada vez menos incline a reconocer su autoridad en términos de fe y moral.

Juan Bautista Montini, segundo hijo de tres hermanos, nació en la provincia de Brescia y creció en una familia de sólida fe católica. Su padre, Giorgio, estaba involucrado en el campo político-social (fue diputado del parlamento y se retiró cuando surgió el fascismo). Su padre le enseñó, como recordará el santo, «a no preferir nunca la vida a las razones de la vida». Su madre, Giuditta Alghisi, le transmitió «el sentido del recogimiento, de la vida interior y de la meditación que es oración».

El 29 de mayo de 1920 fue ordenado sacerdote y al día siguiente celebró su primera Misa. De vasta cultura, se graduó en filosofía, derecho canónico y derecho civil. Durante ocho años, hasta 1933, fue asistente eclesiástico nacional de la Federación de la Universidad Católica Italiana (FUCI), orientando a los estudiantes hacia la profundización de la cultura a la luz de la fe. Entretanto, en 1924, comenzó su colaboración con la Secretaría de Estado que duró treinta años, durante los cuales se convirtió en uno de los colaboradores más cercanos de Pío XI y, luego, de Pío XII, quien, siendo cardenal, había asumido el liderazgo de la Secretaría de Estado en 1930. Durante la Segunda Guerra Mundial, Montini se encargó repetidamente de hacer llegar la ayuda de la Iglesia a los judíos en nombre del papa Pacelli.

El 1 de noviembre de 1954, Pío XII lo nombró arzobispo de Milán. Para Montini fue su primera gran experiencia pastoral después de un largo compromiso con la diplomacia. En la diócesis ambrosiana se difundía una visión atea y marxista, especialmente en el mundo del trabajo. Pacelli trató de volver a reevangelizarla, se interesó por las condiciones de los trabajadores e impulsó la construcción de más de cien iglesias.

Juan XXIII fue otro pontífice con quien tuvo una relación privilegiada. El papa Roncalli valoraba mucho a Montini y en su primer consistorio lo hizo cardenal. Montini se vio involucrado en el trabajo de preparación del Concilio Vaticano II. Tras la muerte de Juan XXIII, su nombre salió inmediatamente como el más creíble entre los papables, con un perfil de reformador moderado. El cónclave lo eligió el 21 de junio de 1963. Pablo VI fue coronado nueve días después, escribiendo una nota que suena profética: «Quizás el Señor me ha llamado y me ha puesto en este servicio no tanto porque yo tenga algunas aptitudes, o para que gobierne y salve la Iglesia de sus dificultades actuales, sino para que sufra por la Iglesia y quede claro que Él, y no otros, es quien la guía y la salva».

Este sufrimiento, sobre todo interno, llegó a su culmen tras la publicación de Humanae Vitae (25 de julio de 1968). La encíclica iba contracorriente en pleno año 68. Con ella se reafirmaba en su totalidad la visión católica de la vida y, en consecuencia, del amor humano. Frente a quienes apoyaban la “píldora”, Pablo VI reafirmó la indisolubilidad del significado unitivo y procreador del acto conyugal. Además, anticipó las perjudiciales consecuencias que tendría la cultura de los anticonceptivos: aumento de las infidelidades matrimoniales, degradación moral, reducción de las mujeres a mero objeto de placer, anticoncepción de forma estatal, etc. Su séptima y última encíclica provocó la ira de las conferencias episcopales más progresistas, signo de una era que atacaba la virtud de la obediencia y con ella, el mismo primado papal.

Otra problemática fue la reforma litúrgica, que fue mucho más allá de las indicaciones generales del Concilio. El nuevo Misal Romano nació del trabajo del Consilium, cuyo secretario y director fue Annibale Bugnini. Fue promulgado por Pablo VI el 3 de abril de 1969. Si bien es cierto que el Santo Padre estaba a favor de la reforma en su conjunto, también es cierto que no compartía varias deformaciones de la misma. Trató de remediar algunas de ellas, mientras que se dio cuenta de otras distorsiones (absorbido como estaba en miles de tareas) solo cuando los libros litúrgicos ya estaban impresos. Parece que la famosa frase sobre el «humo de Satanás» que entró en «el templo de Dios» (29 de junio de 1972) se refería precisamente a las deformaciones que sufrió la liturgia, según lo confiado a uno de sus maestros de ceremonias, monseñor Virgilio Noè.

Convencido de que la Iglesia debía dialogar con el mundo, tal vez alguna vez pecó de optimismo, aunque nunca concibió este diálogo como un faltar a la verdad. Todo lo contrario. Escribió a Jean Guitton en 1977: «Lo que me sorprende, cuando considero el mundo católico, es que dentro del catolicismo a veces parece predominar un pensamiento no católico, y puede suceder que este pensamiento no católico dentro del catolicismo se haga más fuerte mañana. Pero nunca representará el pensamiento de la Iglesia. Es necesario que un rebaño pequeño, por pequeño que sea, subsista».

Volvió a la Casa del Padre el 6 de agosto de 1978, en la fiesta de la Transfiguración. Algo más de un mes antes, el 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, mientras «el curso natural de nuestra vida llega a su ocaso», elaboró un balance de sus 15 años como papa. Entonces recordó que su ministerio petrino se basaba en dos pilares: la tutela de la fe y la defensa de la vida humana. Será por esta razón por la que, los dos milagros gracias a los cuales Pablo VI ha sido proclamado santo, están relacionados con dos bebés todavía en el útero materno (un estadounidense y una italiana, Amanda). A Dios le gustó así.

Para saber más:

Recopilación de discursos, encíclicas, cartas, homilías, etc.