Prueba sobre medida
¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? (Mc 4, 40)
Aquel día, al atardecer, les dice Jesús: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!». (Mc 4,35-41)
El Señor permite que estemos sometidos a las pruebas y a las tentaciones con el fin de que, al combatirlas espiritualmente, experimentemos que Él, más allá de las apariencias, no nos abandona, sino que nos lleva en Sus brazos. Por muy terribles que sean, a nosotros nos basta saber que nunca soportaremos pesos que no podamos soportar y que el tiempo de las pruebas es limitado, mientras la cura misericordiosa que Jesús tiene para nosotros no tendrá nunca fin. En las pruebas acallamos la murmuración y permitimos al Espíritu Santo que nos dé el don de la fortaleza.