Presentación de la Santísima Virgen María
Con la memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María, la Iglesia católica recuerda la presentación de María niña en el templo de Jerusalén.
Con la memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María, la Iglesia católica recuerda la presentación de María niña en el templo de Jerusalén, celebrada el mismo día por los ortodoxos con el título de «Entrada de la Madre de Dios en el templo».
Esta festividad hunde sus raíces en la consagración en Jerusalén, en el año 543, de la Basílica de Santa María la Nueva, construida por deseo de Justiniano I. Solo después nació la verdadera fiesta de la Presentación, de la que tenemos un primer rastro en el calendario del emperador bizantino Basilio II Bulgaróctono (958-1025). A través de la influencia de Oriente, la celebración se difundió en Occidente a partir de 1372, cuando Gregorio XI la incluyó en el calendario de la Curia romana. Al papa lo convenció el embajador en Chipre, Felipe de Mézières, que le contó cómo celebraban los ortodoxos este acontecimiento con gran solemnidad. En los siglos sucesivos la Presentación se afirmó en toda la Iglesia católica como fiesta, salvo una supresión temporal en el siglo XVI. La reforma del calendario litúrgico de 1969 redujo su rango litúrgico a memoria.
Este misterio de la vida de María no está mencionado en los Evangelios, pero aparece por primera vez en el Protoevangelio apócrifo “de Santiago”, escrito a mediados del siglo II. De este texto, la tradición cristiana acogió algunos contenidos correspondientes a la vida de la Santísima Virgen y de sus padres, los santos Ana y Joaquín, a la vez que rechazaba como no inspiradas otras narraciones alejadas del estilo seco y sobrio de los cuatro evangelistas. Según el relato del Protoevangelio, la Virgen fue presentada en el templo de Jerusalén por sus padres cuando tenía un año de edad, siendo llevada de nuevo cuando tenía tres años y recibiendo la bendición del sacerdote.
Sobre el hecho del ofrecimiento de María niña a Dios se ha desarrollado la reflexión de autores cristianos como san Germán de Constantinopla (634-733) que, en una homilía sobre la celebración hodierna, dijo: «Hoy la puerta del templo divino, abierta, recibe la puerta sellada del Emanuel que entra mirando hacia Oriente».
Las congregaciones tituladas a la Presentación de María son varias y de ella habla extensamente también la venerable María de Ágreda en la Mística Ciudad de Dios (cap. 1, libro 2). La religiosa española subraya la diferencia entre las procesiones solemnes del arca antigua, «figura de esta verdadera y espiritual arca del Nuevo Testamento», y la humildad con la que Ana y Joaquín llevaron a María al templo: «Toda la gloria y majestad de esta procesión quiso el Altísimo que fuese invisible y divina; porque los sacramentos y misterios de María Santísima fueron tan levantados y ocultos que muchos de ellos lo están hasta el día de hoy por los investigables juicios del Señor, que tiene destinado el tiempo y hora para todas las cosas y para cada una».