Palabras, palabras, palabras
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre? (Mt 21,31)
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?». Contestaron: «El primero». Jesús les dijo: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis». (Mt 21,28-32)
Jesús quiere enseñarnos que los pensamientos y los comportamientos son más importantes que las palabras. Si las palabras no están seguidas por hechos, son perfectamente inútiles. Al contrario, si en un primer momento hemos rechazado la voluntad de Dios, pero después la ponemos en marcha, quiere decir que nos hemos convertido. La conversión es precisamente aquello a lo que Jesús nos llama. Esforcémonos para que las palabras con las que prometemos fidelidad a Jesús sean coherentes con aquello que profesamos como creyentes, independientemente de las consecuencias, a menudo desagradables.