San Juan de Ávila por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

No podemos salvarnos solos

No he venido a abolir, sino a dar plenitud. (Mt 5, 17)

No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. (Mt 5, 17-19)


La Voluntad divina se expresa en la Ley (de Dios). Jesús reitera que no ha venido a abolirla, sino a llevarla a cumplimiento. La Ley se resume en amar a Dios con todas nuestras fuerzas y sobre todas las criaturas, y al prójimo como a nosotros mismos. El problema es que nosotros, debido al pecado original, no conseguimos amar a Dios y, por ende, tampoco nos amamos a nosotros mismos. No amando a Dios y a nosotros mismos, no amamos a los demás, dejando así de cumplir la segunda parte de la Voluntad divina, el amor al prójimo. El conocimiento sin observación interior de la Ley no salva; es más, agrava nuestra culpa. Hacen falta los sacramentos y la fe en Jesús y, ante todo, el reconocer humildemente que somos pecadores, incapaces de salvarnos a nosotros mismos.