Los mandamientos de la felicidad
El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama (Jn 14, 21)
El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él». Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?». Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. (Jn 14, 21-26)
Cuando se ama se desea el bien del amado. Por esto Jesús afirma que el respeto de Sus mandamientos, que manifiestan a todos la voluntad de Dios, constituye una prueba verdadera de amor. Por otra parte, los mandamientos nos son donados por Dios para hacernos felices, ya en la vida terrenal pero, sobre todo, en la eterna. Respetemos Sus mandamientos para gustarle siempre más y para conseguir ya en esta tierra la felicidad.