Los demás son peores que yo
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo. (Jn 3,17)
«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna». Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (Jn 3,13-17)
Jesús le revela a Nicodemo su naturaleza divina. Además, resalta la importancia de su muerte en la cruz. Solo esta hace posible la salvación de las almas, pero no automáticamente. Para que los hombres se salven deben reconocer la importancia de Jesús y su sacrificio, y deben comportarse en consecuencia en las acciones cotidianas. Por tanto, recordemos que si al final de la historia somos condenados al Infierno, lo seremos por nuestra culpa y por discursos del tipo “los demás son peores que yo”, “en mi caso pensaba que actuaba bien”, “la culpa es de las personas que me rodeaban”, que no sirven para nada.