San Columbano por Ermes Dovico
QUINTO ANIVERSARIO

Laudato si': Una celebración muy cuestionable

Con motivo del quinto aniversario de la encíclica Laudato si' se ha propuesto un año dedicado a la profundización de sus temas. Una iniciativa cuestionable, como también lo es el contenido de la Encíclica, que se basa en una serie de teorías científicas discutidas y que además representa una discontinuidad con el magisterio social anterior.

Ecclesia 27_05_2020 Italiano English

El 24 de mayo se ha cumplido el quinto aniversario de la publicación de la encíclica del Papa Francisco Laudato si'. El Vaticano ha planeado una semana de actividades, incluyendo una oración común por la ecología integral, pero las celebraciones continuarán durante todo un año. La iniciativa sorprende. La Rerum novarum fue celebrada por Pío XI cuarenta años después, y no cinco, con el autor muerto veintiocho años atrás, y no con el autor aún vivo: y en cualquier caso se trataba de la Rerum novarum. Una puesta en escena tan amplia y larga como si fuera un año de jubileo contrasta con el peso objetivo del Laudato si' y plantea la idea de que es un instrumento de promoción cultural forzada; no sólo una encíclica, sino la bandera de un programa.

La Laudato si' se presentó en su momento como una encíclica social en continuidad con las intervenciones anteriores del magisterio social de los papas, pero muchos señalan que no puede ser así. El tema del medio ambiente ya se había considerado como un tema sectorial y dependiente de otros, pero no como un criterio fundador y principal de una encíclica.

En la Laudato si', por el contrario, la cuestión ambiental se convierte en la primera preocupación de la Iglesia, algo que contrasta con toda su tradición. No se trata sólo de comprender las interconexiones entre el medio ambiente natural y la sociedad –algo que ya fue explicado por la Caritas in Veritate: “Toda lesión a la solidaridad y a la amistad cívica causa daños ambientales, así como la degradación del medio ambiente causa insatisfacción en las relaciones sociales”, n. 51- sino de asumir la ecología como un punto de vista global. Esto, además de ser conflictivo, es un pasaje que no está en línea con la enseñanza anterior. Si el concepto de “conversión ecológica” significara esto, es decir, tomar la perspectiva ecológica como un punto de vista general sobre la cuestión social, tendría que ser rechazado. Los temas de la familia o la vida –por cierto: ¿por qué no dedicar una semana especial o un año entero a la vida, que es mucho más importante que la conservación de la biodiversidad dada la matanza que el aborto está provocando?- puede desempeñar un mejor papel como punto de vista general y como encrucijada de los problemas sociales.

En la encíclica se hace un uso masivo de datos sociológicos funcionales para apoyar la tesis de la causa antrópica del cambio climático y la degradación del medio ambiente, en contra de la tesis de quienes piensan que, por el contrario, los problemas surgen de la falta de desarrollo y no del desarrollo. Esto plantea serios problemas. No conviene que un documento del supremo magisterio eclesiástico se case con una u otra hipótesis científica, ya sea porque el debate sobre estas cuestiones está todavía abierto y no hay conclusiones claras, ya sea porque detrás de las diferentes corrientes de pensamiento científico hay intereses materiales e ideológicos que no conviene que sean unidos a la autoridad eclesiástica, ya sea, en último lugar, porque no es tarea del Magisterio pronunciarse sobre las causas científicas de los procesos en curso.

Las ciencias sociales son un elemento que las encíclicas sociales deben tener en cuenta. Pero esas disciplinas no son fundamentales para la Doctrina Social de la Iglesia y por lo tanto no pueden ser ni siquiera la base de las consideraciones del Magisterio. Esto representa un empequeñecimiento  de la razón y no una ampliación de la misma como quería Benedicto XVI en el párrafo 31 de la Caritas in Veritate.

La colocación de la Laudato si' en la secuencia de la Doctrina Social es por lo tanto problemática hasta el punto de que algunos expertos sostienen que la encíclica no puede pretender el homenaje de los fieles como lo haría una encíclica pontificia. Esto se aplica, sobre todo, pero no sólo, a la vasta sección en la que la encíclica informa, haciéndola suya sin filtros, opiniones cuestionables sobre las dimensiones y causas de la degradación ambiental. Esto plantea la cuestión de qué carácter vinculante tiene esta encíclica y en qué medida debe considerarse debidamente magistral., La Laudato si' se presenta –en proporción inversa al número de sus páginas-, como una encíclica débil en su estructura magisterial.

El contenido y el lenguaje de la encíclica no son muy diferentes del modo de expresarse de los movimientos ambientales. La naturaleza debe ser entregada a las generaciones futuras de la misma manera que se devuelve un préstamo, y las culturas indígenas deben ser preservadas de la misma manera que la biodiversidad. La aceptación de la vulgata de las predicciones catastróficas está conectada con la llamada a un feliz decrecimiento. El principio “todo se conserva” que fácilmente se confunde con un concepto gnóstico y naturalista, se asocia con la “conversión ecológica”, un principio de dudoso significado. Mientras que hay páginas y páginas dedicadas al ambientalismo, sólo se habla de pasada sobre el aborto (n. 120), el sacrificio de embriones (n. 136) y la familia. La “ecología humana” de Juan Pablo II y Benedicto XVI se diluye en la nueva “ecología integral” del conjunto.

Por lo tanto, hay una evidente desproporción entre la Laudato si' y el énfasis en su quinto aniversario. Aparte del dudoso estilo de pomposa auto celebración, se nota sobre todo el deseo de lanzar la encíclica como un “evento”, como la bandera de una nueva –amigable- forma de relacionarse con el lenguaje y la sensibilidad del mundo.