Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

La salvación del alma

No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra. (Mt 6,19)

«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!» (Mt 6,19-23)

 

El verdadero tesoro de cada hombre está constituido por su alma. Anteponer el logro de los bienes temporales a la salvaguardia de la propia alma es una decisión absurda puesto que, después de la muerte, no nos llevaremos nada material a la otra vida, sino que seremos juzgados solo por las consecuencias espirituales de nuestros actos. Esforcémonos por obedecer cada día más a la voluntad divina, sin dejar de lado la Palabra de Dios, el magisterio de la Iglesia y los sacramentos, sinceros aliados para el tesoro de la vida eterna.