San Alejandro por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

La pureza de la verdadera devoción

¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro (Mt 23,26)

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
«¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!

Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.

¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera».

(San Mateo 23,23-26)
 

Para que nuestra devoción y nuestras ofrendas sean agradables a Dios, deben ser sinceras y puras. Quien intenta engañar a Dios, en realidad solo se engaña a sí mismo. Para combatir la hipocresía, es fundamental purificar y proteger el alma, buscando complacer a Dios antes que a los hombres. Recordemos que, mirando hacia la vida eterna, no es lo que entra en nuestro cuerpo lo que nos contamina, sino lo que sale de nuestro corazón. ¿Y tú, cómo proteges la sinceridad de tu fe? ¿Buscas realmente complacer a Dios o solo a los demás? ¿Alguna vez has reflexionado sobre lo que realmente contamina tu corazón? Hazlo ahora.