Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

La importancia de la realidad

¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero? (Jn 7,51)

Algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta». Otros decían: «Este es el Mesías». Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?». Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?». Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos». Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?». Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas». Y se volvieron cada uno a su casa. (Jn 7,40-53)


La presunción, es decir, pensar que sabemos más que los demás, o pensar que somos superiores al resto, puede representar un gran obstáculo entre los hombres, pero también entre el hombre y Dios. De hecho, el presuntuoso confunde la propia voluntad con la de Dios, y no valora adecuadamente sus propios límites. Una parte de los fariseos tenía ya prejuicios sobre Jesús en cuanto que era originario de Galilea y no quieren enfrentarse a la realidad, escuchando directamente a Jesús como les aconsejó sabiamente Nicodemo. Y nosotros, ¿nos enfrentamos a la realidad y con la Palabra de Dios, o preferimos permanecer en cómodos y mundanos razonamientos?