La fe de Jesús
Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija. (Mc 7, 29)
Desde allí fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: «Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella replicó: «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó: «Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado. (Mc 7, 24-30)
¿Qué tiene de especial esta mujer pagana? Es la fe en Jesús como Dios, que consiste en la firme voluntad de amarlo incluso antes de entenderlo. Por otra parte, el mismo Jesús, que hoy parece rechazar a la mujer pagana, afirmó que son quienes escuchan Su Palabra y la ponen en práctica los que son, para Él, su madre, sus hermanos y hermanas. Es, por consiguiente, esta fe la que nos salva eternamente, y es esto lo que Jesús nos enseña en el Evangelio: tenemos que confiar siempre más en el Señor.