Santa Cecilia por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

La cura amorosa de Dios

No llevéis bolsa, ni alforja. (Lc 10,4)

Después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”. Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad». (Lc 10,1-12)


Jesús define “obreros” a quienes Él llama para que colaboren con Él en la misión de predicar el evangelio, llevando así a los demás hombres la verdadera palabra de Dios. En la misión evangelizadora, los discípulos de Jesús no deben preocuparse o dejarse condicionar por las necesidades materiales, para poder centrarse solo en el buen resultado de su misión. El Señor es el mejor “dador de trabajo” que hay, no dejará que a sus “obreros” les falte comida para su misión. Seamos sinceros con nosotros mismos: ¿creemos de verdad en la cura amorosa que Dios tiene para nosotros, o nos preocupamos excesivamente por nuestras necesidades materiales?