LA HISTORIA DE LOS PAULINOS DESPLAZADOS

“Entonces el diablo quiere destruir Mariúpol, la ciudad de María”

“Bombardean Mariúpol con una fuerza diabólica, principalmente porque es una ciudad mariana y el demonio está tratando de destruirla”. La historia en Radio Vaticana de uno de los dos Padres Paulinos ahora desplazados: “Nuestra huida fue milagrosa. Pero volveremos a reconstruirla”.

Ecclesia 17_03_2022 Italiano English

La semana pasada apareció en las redes sociales un llamado dramático del padre Marek Kowalski. El monje paulino polaco pedía orar por la comunidad de cohermanos de la ciudad de Mariúpol en Ucrania: “Mariúpol está rodeada, necesitamos oración inmediata (...) Quieren matar de hambre a todos los habitantes (...) Por favor, envíe esta información a quien pueda ayudar con oración y ayuno para detener a Satanás”. El mensaje terminó con el llamado a “orar juntos a Dios por este milagro”.

La orden de San Pablo, primer eremita desde hace siglos ha sido la guardiana del santuario de la Virgen Negra de Czestochowa y de muchos otros santuarios marianos en el mundo. Siempre que fue posible, los paulinos polacos abrieron sus casas e iglesias también en Ucrania, primero en la ciudad de la Virgen, Mariúpol, llevando consigo una copia del icono de la Virgen Negra venerada en el monasterio de Jasna Gora. Pero nadie podía prever que esta ciudad se convertiría en el objetivo de los terribles ataques durante la invasión rusa de Ucrania. La ciudad estaba rodeada por soldados rusos que impedían cualquier contacto con el exterior. También crean muchas dificultades para abrir los corredores humanitarios para evacuar a la población exhausta. Al final, los padres polacos, cuando ninguno de sus feligreses quedaba en Mariúpol, también lograron, de manera casi milagrosa, escapar de la ciudad mártir.

La periodista de Radio Vaticana, Beata Zajączkowska, contactó a dos padres de Mariúpol que ahora están en la parte occidental del país. Según los monjes, los rusos están llevando a cabo un bárbaro bombardeo de Mariúpol porque “quieren borrar la ciudad de María de la faz de la tierra”. “Lo que los rusos han hecho y están haciendo en Mariúpol clama venganza al Cielo. Bombardearon las redes de agua, electricidad y calefacción. Golpean estos lugares para dañar tanto como sea posible a las personas que sobreviven en la ciudad. Bombardearon las casas con todos los medios: aviones, artillería. Los bombardeos fueron continuos, sin cesar, con pausas de algunos minutos. Bombardean con fuerza diabólica principalmente porque es una ciudad mariana y el diablo está tratando de destruirla. (…) Los rusos hacen de todo para romper el espíritu defensivo de Mariúpol y lograr que la gente se rinda. Y por eso bombardearon un hospital infantil y lanzaron una bomba que pesaba cerca de una tonelada en el centro de la ciudad”, dice padre Pawel Tkaczyk, quien también explica por qué la gente resiste, a pesar de todo. “Cuando entren los rusos, comenzarán las depuraciones, es decir, matarán a todos los que estén en su contra. Por eso la ciudad resiste”.

Los padres polacos señalan la gran tragedia de las personas que no pueden salir de sus casas, no pueden comprar nada, no pueden transitar normalmente, porque siempre hay una amenaza para sus vidas. “Cuando hubo una breve pausa en los bombardeos, la gente comenzó a robar, sacando todo de las tiendas”, dicen los paulinos. Falta prácticamente todo en la ciudad: no hay agua ni comida. A veces hay camiones cisterna, pero no hay muchos. Según los padres es una tragedia tal que cuesta hasta imaginarla: “La gente trata sobrevivir, pero la mayoría no tiene provisiones, y aunque tengan comida no la pueden cocinar porque no hay gas. Algunos hasta tratan de comer de la basura”.

Los paulinos también hablaron de su huida de la ciudad. Junto a un grupo de civiles organizaron, arriesgando sus vidas, un convoy no autorizado de cien autos con banderas blancas. Lograron pasar los primeros puestos de control rusos, pero finalmente fueron bloqueados. “Nunca olvidaré a una mujer embarazada que se arrodilló ante los separatistas de la llamada República de Donetsk, rogándoles que nos dejaran pasar”, dice el padre Tomaszewski. Para las personas que salían de Mariúpol fue el momento más difícil, porque todos se sentían atrapados. “Se sabe - explica el paulino - que los rusos solo esperaban la llegada de la noche para dispararnos y luego culpar al ejército ucraniano. Pero en esos momentos dramáticos, inesperadamente en la tarde apareció un hombre que venía de un pueblo cercano y pidió a los militares no tener a la gente afuera, porque hacía mucho frío. Se ofreció a llevarnos al pueblo, para que pudiéramos pasar la noche en la escuela y en las casas”. Los separatistas dejaron pasar a todos, cuando supieron que el camino terminaba en el pueblo. Pero no era así: había otro camino para rodear el puesto de control ruso. De esta manera, todo el convoy de alrededor de medio millar de personas pudo continuar hacia el Oeste. “Estoy profundamente convencido de que nuestra evacuación de Mariúpol fue un milagro. Dios nos estaba cuidando”, dijo el p. Tkaczyk. La Divina Providencia a menudo utiliza a personas sencillas y desconocidas como ese hombre de la aldea ucraniana para realizar pequeños y grandes milagros.

Hoy los padres están en un lugar más seguro, pero piensan en la ciudad que han dejado y admiten que cuando termine la guerra, regresarán a Mar Mariúpol en la primera oportunidad. “Veremos lo que quedará de Mariúpol e intentaremos reconstruir la ciudad no solo materialmente sino también espiritualmente”, concluyó p. Tkaczyk. Y seguramente traerán consigo el icono de la Virgen Negra de Czestochowa, también venerada en Ucrania.