El Vía Crucis del Papa cuestionado por Ucrania
El embajador de Kiev protesta porque en el Vía Crucis del Viernes Santo con el Papa en el Coliseo, una mujer rusa y una ucraniana llevarán la cruz juntas. Por primera vez los medios italianos critican a Francisco. Pero es una elección valiente porque precisamente en la cruz está la fuente de la paz.
Benedicto XVI dijo que “precisamente en la Cruz del Señor, en el amor sin límites, que se dona a sí mismo, está la fuente (...) de la paz”. Lamentablemente, sin embargo, el Vía Crucis de este año en el Coliseo está teñido de polémica por la presencia de una mujer rusa -junto a una mujer ucraniana- en la decimotercera estación. Se trata de dos enfermeras del Centro de Cuidados Paliativos “Insieme nella cura” (juntos en el cuidado) de la Fundación Policlínico Universitario Campus Bio-Medico de Roma, la rusa Albina y la ucraniana Irina.
La iniciativa no gustó a los ucranianos que, por boca del embajador de Kiev ante la Santa Sede, Andrii Yurash, expresaron su preocupación “ante la idea de reunir a la ucraniana y a la rusa en el traslado de la cruz durante el Vía Crucis del viernes en el Coliseo”. El diplomático escribió en Twitter que “se está trabajando en el tema, tratando de explicar las dificultades de su implementación y las posibles consecuencias”.
La intención del programa original fue explicada en un artículo publicado en “L'Osservatore Romano”, el periódico de la Santa Sede, en el que el padre Massimo Serretti escribió que “el hecho de que dos miembros de dos pueblos en guerra (uno atacado y el otro agresor), estén juntos bajo la Cruz de Cristo, incluso apareciendo como irrelevante desde el punto de vista del juego de poderes, resulta decisivo como indicación del camino a seguir” porque “todavía está bajo la cruz que nos viene señalada el camino y el secreto de una cualidad de unidad no sujeta a fracturas”.
Está claro que la decisión del Papa no tenía como objetivo equiparar a las dos partes involucradas en el conflicto, pero esto no fue suficiente para protegerlo de la controversia. En un clima que ciertamente no es sereno para la población rusa en Occidente, con noticias recientes también en Italia de cócteles molotov lanzados contra las casas de propietarios rusos, carteles con insultos y amenazas colocados en Nápoles, cursos universitarios sobre Dostoievski cancelados (y restaurados después de las protestas), el gesto de Francisco con vistas al Viernes Santo podría ser una señal valiente para llamar a todos al sentido común: una invitación a no culpar a los pueblos de las guerras provocadas por sus gobernantes. También porque al Vía Crucis no debería haber asistido un representante del gobierno de Moscú, sino una enfermera rusa que estudia en Italia. Sin embargo, por enésima vez desde el estallido del conflicto, la posición del Santo Padre no ha sido comprendida por quienes lo han criticado en las redes sociales y, por desgracia, ni siquiera por las autoridades ucranianas.
El tuit del embajador Yurash dio voz a un descontento que parece haberse extendido en los círculos institucionales de Kiev. Ayer la agencia de noticias italiana Ansa habló de un “incidente diplomático para el Papa y la Santa Sede” así como de “una auténtica metedura de pata”. Un juicio cortante que parece confirmar cómo la línea del Vaticano sobre el conflicto no es muy popular en la mayoría de los medios italianos, que nunca se habían mostrado tan duros contra el actual Pontífice.
Anteriormente, incluso habíamos visto al director del principal programa nacional de noticias expresar perplejidad en vivo sobre la elección papal de ir a la sede de la embajada rusa ante la Santa Sede. Incluso en las últimas horas hay quienes han tratado de presentar la homilía del patriarca de Moscú Kirill contra los “enemigos internos y externos” como una bofetada a Francisco y su llamamiento del domingo a una “tregua pascual”. En realidad, esta diferencia de tono no hace más que confirmar la alteridad de la Iglesia de Roma que puede permitirse un lenguaje muy diferente al del poder estatal, a diferencia de lo que sucede en otros lugares: no es una derrota, sino un éxito del Papa.
Francisco, como líder espiritual, está comprometido a encontrar una solución pacífica que probablemente no llegue a través de la exclusión o deslegitimación de una de las dos partes en el campo. A diferencia de otros líderes espirituales, no actúa como líder político, aunque no oculta culpas y responsabilidades en el conflicto. La opción de invitar a una mujer rusa y a una mujer ucraniana a llevar juntas la Cruz es una de las decisiones valientes. Un gesto antibelicista para el que no habrá aplausos, sino críticas. Pero como dijo su predecesor: “Si hubiera seguido recibiendo sólo consentimientos, me habría preguntado si realmente estaba anunciando todo el Evangelio”. Y en el Evangelio la orden de la misión de Jesús resucitado es: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos”.