San Columbano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

El único salvador del mundo

Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto. (Jn 14, 7)

No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre». (Jn 14, 1-12)


Es inútil engañarse: ningún otro de los credos religiosos, salvo el cristianismo, puede llevarnos al Paraíso. La fe en Jesús como Hijo de Dios es, de hecho, la única que nos puede salvar. Si creemos que Jesús es de la misma naturaleza divina que el Padre, somos consciente de que la Palabra del Hijo es la del Padre y que escuchando a Jesús observamos su Voluntad, sobre todo cuando esta resulta humanamente difícil y agotadora. Esforcémonos, por consiguiente, en acordarnos siempre de que Jesús es nuestro único camino para ir al Padre y, por lo tanto, para salvarnos.