El recorrido de la santidad
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mt 5, 3)
Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 5Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo». (Mt 5,1-12a)
Cada hombre ha sido creado por Dios con un solo objetivo: la felicidad. El camino que debemos seguir para llegar a tal destino es el camino de la santidad, que no está reservado solo a algunas personas extraordinarias, sino que es necesario y alcanzable para cada uno de nosotros. El recorrido de la santidad presupone la pobreza espiritual, es decir, el querer someterse libremente a la voluntad de Dios, nuestro sumo bien.