Causa abierta para la hermana Clare Crockett, la nueva estrella de Dios
Proclamada sierva de Dios la monja y ex actriz norirlandesa, fallecida a los 33 años, cuya vida inspira y devuelve la esperanza a innumerables personas. La postuladora de la causa asegura que han recibido testimonios de más de 50 países, donde su fama de santidad ya está muy extendida.
El pasado domingo 12 de enero, en la catedral de Alcalá de Henares (España), se ha abierto solemnemente la causa de beatificación de la hermana Clare Crockett (14 de noviembre de 1982 - 16 de abril de 2016). La joven norirlandesa, religiosa de las Siervas de los Focolares de la Madre y víctima del tremendo terremoto que asoló Ecuador el 16 de abril de hace nueve años, goza ahora, por tanto, del título de Sierva de Dios.
La ceremonia fue presidida por monseñor Antonio Prieto Lucena, a cuya diócesis le fue concedida la jurisdicción sobre la causa, tras la aprobación de la archidiócesis ecuatoriana de Portoviejo (en cuyo territorio se produjo la muerte de la religiosa) y del Dicasterio para las Causas de los Santos. Según explicó el obispo de Alcalá, el tribunal elegido para estudiar la causa a nivel diocesano tendrá ahora la tarea de “investigar pormenorizadamente la vida, las virtudes, la fama de santidad y las gracias y favores recibidos a través de la intercesión de la hermana Clare, para probar la heroicidad de sus virtudes”.
Si se demuestra la heroicidad de sus virtudes, la hermana Clare puede ser proclamada venerable, paso que precederá a su eventual beatificación (para la que debe reconocerse un milagro por su intercesión) y canonización (para la que normalmente se requiere un segundo milagro). Estos son, en definitiva, los pasos básicos para que la hermana Clara María de la Trinidad y del Corazón de María -según su nombre religioso completo- pueda ser declarada santa.
A la espera de que la Iglesia católica estudie la causa con la debida prudencia, la fama de santidad de la hermana Clare se ha extendido ya por medio mundo. Y los testimonios muestran cómo Jesús sigue utilizando a esta esposa suya como instrumento predilecto de su plan de salvación. “Su alegría desbordante condujo a muchas almas, sobre todo de jóvenes, a descubrir que la verdadera felicidad se encuentra únicamente en Dios. Su coherencia de vida y su entrega total en los diversos apostolados que llevó a cabo en España, Estados Unidos y Ecuador lograron transmitir el mensaje de que sólo Dios puede saciar el corazón del hombre cuando éste se da del todo a Él sin negarle nada”, ha asegurado el domingo en la catedral la hermana Kristen Gardner, postuladora de la causa de la hermana Clare.
La hermana Kristen ha recordado que la familia de la hermana Clare deseaba enterrar a su hija en su ciudad natal de Derry, Irlanda del Norte. Al principio, las Siervas de los Focolares creyeron que su hermana tenía una misión especial para evangelizar su país natal desde el cielo. Pero pronto descubrieron que la misión de la hermana Clare es mucho más amplia, como demuestran los mensajes y correos electrónicos que su familia religiosa ha recibido provenientes “de más de 50 países”. Los testimonios son de lo más variado: “Almas desesperadas, al borde del suicidio, han recuperado la esperanza; estudiantes universitarios, perdidos en el vicio, han recibido fuerza para volver al Señor; católicos tibios han recuperado el deseo de ser santos”, resumía la postuladora. Chicos y chicas se han sentido animados a decidirse por la vida consagrada. Además, “incontables seminaristas y religiosos han dicho que la hermana Clare ha salvado su vocación, justo cuando estaban pensando que no tenían otra opción que dar la espalda a Dios”. La hermana Kristen explicó que una nota común de estos testimonios es el hecho de que “muchos describen a la hermana Clare como su amiga, aún sin haberla conocido”. También hay testimonios de gracias a nivel corporal; personas que “hablan de milagro” y que “acuden a la hermana Clare en sus necesidades y se sienten escuchadas. Piden reliquias y que sea proclamada santa”.
Una petición -reiterada en la solemne ceremonia del domingo 12 de enero- que era humanamente impensable hace apenas 25 años, cuando Clare Crockett era todavía una adolescente que soñaba con convertirse en actriz de Hollywood. Tenía todas las papeletas para ello: talento, encanto, una carrera ya consolidada en la televisión y el teatro, un manager. Una brillante hija de nuestro tiempo, se podría decir, que había abandonado la práctica religiosa después de sus primeros sacramentos.
Entonces llegó el 21 de abril de 2000, Viernes Santo, cuando la joven, que entonces tenía 17 años, había estado unos días en España en una peregrinación, en la que había participado -“convencida” por una amiga suya- sin tener ningún deseo de hacerlo. Aquel Viernes Santo, nuestra Clare, que solía quedarse fuera y fumar, entró en la capilla sólo después de que la instaran a hacerlo. En el momento de la adoración de la cruz, ella también se levantó, se alineó y caminó hacia el presbiterio y dio un beso al clavo que atravesó los pies de Jesús. Cuando terminó la liturgia, una monja la encontró llorando: “Ha muerto por mí. ¡Me ama!... ¿Por qué nadie me lo había dicho antes?”.
A su regreso a Irlanda del Norte, Clare recayó en su anterior estilo de vida de desórdenes sexuales y alcohol, y comencé a fumar drogas. Una noche, mientras estaba en el baño de una discoteca, a punto de vomitar por el exceso de alcohol, oyó que el Señor le decía por dentro: “¿Por qué sigues hiriéndome?”. Fue el punto de inflexión definitivo, que le hizo darse cuenta del mal que estaba haciendo y de cómo estaba malgastando su vida. La llamada de Jesús a consagrarse a Él fue tan fuerte que las tentaciones, las promesas de su representante y las súplicas de su familia no pudieron hacer nada. El 11 de agosto de 2001, fiesta de la santa cuyo nombre lleva, Clare entró como postulante entre las Siervas de los Focolares de la Madre.
A partir de entonces, su vida fue un crescendo de entrega a Dios y a los demás en los diversos lugares a los que fue destinada. Como verdadera esposa del Crucificado, un año antes de su muerte, en un correo electrónico al padre Rafael Alonso, fundador de las Siervas de los Focolares, escribía: “Aunque el Viernes Santo es un día triste, no sé explicar la alegría y el deseo entusiasmado que tengo de sufrir por el Señor. Todo me parece poco: la falta de sueño, el ayuno, el calor, el tener que atender a la gente… Todo lo que puede costar me llena de alegría, porque me hace estar cerca del Señor. (…) Estuve un buen rato delante de la cruz pidiendo la gracia de nunca, nunca olvidar todo lo que el Señor y la Virgen han sufrido por mí” (8 de abril de 2015). La muerte le llegó, como a su Esposo, a los 33 años. Era el 16 de abril de 2016 y ese día, durante su última comida, según el testimonio de quienes estaban con ella, había dicho: “Yo no le tengo miedo a la muerte. ¿Por qué voy a tener miedo a la muerte, si me voy a ir con Aquel con el que siempre he anhelado estar toda mi vida?”.