San Columbano por Ermes Dovico
CLIMA INCANDESCENTE

Aborto, los cuatro frentes de guerra en Estados Unidos

Mientras se espera que la Corte Suprema decida sobre el caso Dobbs, la guerra contra el aborto se intensifica. La industria del aborto recibe ríos de dólares (3.4 millardos solo en 2020) de multimillonarios como Buffett, Bloomberg, la familia Hewlett, la ex de Bezos. Grupos de autodenominados cristianos, financiados por Soros, atacan a Cordileone por la Comunión prohibida a la portavoz Pelosi, pero el arzobispo de San Francisco es apoyado por Catholic Vote y varios hermanos en el episcopado. Continúan los ataques contra las iglesias y las iniciativas contrarias de los Estados Republicanos (con leyes provida) y Demócratas (contra los no nacidos).

Vida y bioética 28_05_2022 Italiano

Continúan las polémicas y los actos vandálicos contra las iglesias, mientras los demócratas parecen ser cada vez más obsequiosos dependientes de la multinacional del aborto. Los últimos días son emblemáticos de los intereses que, a la espera de la decisión final sobre el aborto de la Corte Suprema (caso Dobbs vs Jackson Women's Health Organization), están promoviendo el Partido Demócrata, las multinacionales del aborto y ciertos filántropos ricos, contra la vida del concebido y contra cualquiera que la defienda.

Hay al menos cuatro frentes en los que se combate. En primer lugar, los multimillonarios estadounidenses se encuentran entre los mayores financistas de la industria del aborto, a la que donaron 3.400 millardos de dólares en 2020. Los datos, aún parciales, de 2021, reportados por Forbes, ven a Warren Buffett a la cabeza con dos mil millones donados; le sigue Mackenzie Scott (exesposa de Jeff Bezos) con 300 millones de dólares; luego la familia Hewlett (118 millones), Michael Bloomberg (82 millones) y George Soros con 'solo' 8,6 millones donados. Todo apunta a que la 'colección' de abortistas será aún mayor si la Corte Suprema abolirá, como esperamos, la sentencia Roe vs Wade de 1973.

También está el frente interno de la Iglesia Católica. Justo en estos días, tras la prudente y oportuna decisión del arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, de prohibir la Comunión a la portavoz abortista presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, algunos grupos de seudo cristianos que promueven el aborto (Faith in Public Life, un grupo presbiteriano, y Faithful America, que reúne a católicos y protestantes), y que están financiados por Soros, han impulsado una carta-petición dirigida a Mons. Cordileone. En el texto se vuelven a ver las palabras pronunciadas en 2004, por el entonces cardenal Theodore McCarrick: “Un santo sacramento nunca debe usarse como arma con fines políticos o para combatir guerras culturales. Vuestra acción desconsiderada desafía el liderazgo pastoral del Papa Francisco”. Los abanderados de Soros usan las palabras de un ex cardenal, quien renunció por abuso sexual, ¿intentan así influir en la doctrina católica? Estamos asombrados. Soros claramente quiere ampliar su influencia en la Iglesia Católica y cambiar la doctrina, a través de sus organizaciones; con amenazas similares, ya había tratado de intimidar al presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos el invierno pasado, Mons. José Gómez, por las palabras que dedicó al peligro de las “pseudo religiones promovidas por movimientos por la justicia social”.

A la petición promovida por los cristianos abortistas (12.470 firmas, hasta ayer por la tarde) se opone una de Catholic Vote en apoyo a Monseñor Cordileone (13.710 firmas) y sobre todo aumenta día a día el número de obispos que la apoyan y toman decisiones similares. Queda envuelto en misterio el caso del correo electrónico enviado “erróneamente” los últimos días al Washington Examiner por la archidiócesis de Washington, guiada por el cardenal Wilton Gregory. En el texto se lee que “el cardenal Gregory no dio instrucciones a los sacerdotes de la Arquidiócesis Católica de Washington para negar la comunión a nadie”.

Luego está el frente externo contra las iglesias. Los asaltos a los lugares de culto cristianos continúan sin cesar. En la última semana han sido atacadas cinco iglesias, la última una iglesia bautista en Mississippi fue completamente cubierta por escritos blasfemos y proabortos. Sin embargo, los cristianos provida se preparan para el “verano de la ira” anunciado por las organizaciones abortistas y los grupos violentos que las apoyan, algunos de los cuales (Ruth sent us) están estrechamente vinculados al Partido Comunista Revolucionario Americano.

La cuarta línea de fuego es la que se libra entre los estados republicanos provida y los estados demócratas proaborto. En este frente, se registra en Oklahoma la firma del gobernador Kevin Stitt el 25 de mayo y la consecuente entrada en vigor de la ley para proteger al niño por nacer desde la concepción, por lo tanto, contra el aborto. Un progreso de civismo que fue atacado por la nueva portavoz (y conocida exponente LGBT) de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, en una obscena falsificación del lenguaje, como una intolerable violencia contra los derechos humanos, reafirmando el compromiso del “presidente [Biden] para que a las mujeres se les continúe respetando el derecho fundamental de tomar sus propias decisiones en materia de salud reproductiva”. Aplausos, en cambio, de parte de los grandes medios por la decisión del gobernador de California, Gavin Newsom, de destinar, como parte de lo que él mismo define provocativamente “Agenda pro vida”, 145 millones de dólares adicionales a favor del aborto hasta el nacimiento, de la industria del aborto y de la educación sobre “salud reproductiva” en las escuelas. Un uso extremo de la mistificación lingüística, como el relativismo imperante en todos los sectores sociales y culturales del país, que tiende a imponer a las palabras su significado opuesto (vida-muerte, mujer-hombre trans, etc.).

No olvidemos la decepción del mundo provida que esperaba que la decisión de la Corte Suprema sobre la revocación de Roe vs Wade pudiera llegar tan pronto como el lunes 23 de mayo. Queda, hasta donde se sabe, una mayoría a favor del revocamiento, pero lo más probable es que ni el presidente John Roberts haya decidido qué posición tomar ni los jueces abortistas (Stephen Breyer, Sonia Sotomayor y Elena Kagan) han elaborado su “opinión disidente”. Una última mención se refiere a la prensa antiliberal, que con el New York Magazine presenta a los lectores una guía práctica para acceder al aborto “hoy y mañana”.