¿Y si la fecundación in vitro se convirtiera en la primera opción?
Un informe oficial del Reino Unido muestra que las técnicas de fecundación artificial se consideran cada vez más no como un plan B, sino como la primera opción a elegir cuando se desea tener un hijo. Además, se entiende cada vez más como un “derecho”, incluso para solteros y lesbianas.

La Human Fertilisation and Embryology Authority (HFEA) es el organismo gubernamental británico que supervisa las técnicas de fertilidad, incluida la fecundación artificial. Recientemente, la HFEA ha publicado un informe sobre las técnicas de fecundación extracorpórea. En el informe se puede leer: “En 2023, 52.400 pacientes se sometieron a más de 77.500 ciclos de fecundación in vitro (FIV). […] Los niños nacidos mediante fecundación in vitro han aumentado de unos 8.700 en 2000 a 20.700 en 2023. Con el paso del tiempo, los nacimientos por fecundación in vitro han representado un porcentaje cada vez mayor del total de nacimientos en el Reino Unido, pasando de menos del 1,5% en 2000 a más del 3% en 2023, lo que supone aproximadamente uno de cada 32 nacimientos en el Reino Unido, es decir, aproximadamente un niño nacido por fecundación in vitro en cada clase”. El 20% de los nacimientos por fecundación artificial son de tipo heterólogo. Y sólo el 7% de los niños concebidos en probeta han visto la luz.
Pero quizás el dato más interesante es el siguiente: si bien es cierto que el 89% de los clientes de las clínicas son parejas heterosexuales, también lo es que “el número de pacientes femeninas sometidas a fecundación in vitro entre personas del mismo sexo ha aumentado de 1.761 a 2.559, mientras que el número de pacientes solteras sometidas a fecundación in vitro ha aumentado de 2.021 en 2019 a 3.693 en 2023. […] Las pacientes homosexuales sometidas a fecundación in vitro han aumentado al menos un 45% desde 2019”, las solteras un 83%. Clare Ettinghausen, directora de Estrategia y Asuntos Corporativos de la HFEA, ha explicado al programa Today de BBC Radio 4: “El gran aumento -aunque todavía en cifras bastante pequeñas-, se ha producido entre las parejas homosexuales y las pacientes solteras, que realmente han determinado un fuerte aumento del número de personas que han buscado un tratamiento de fertilidad”. Esto significa que, aunque las parejas heterosexuales representan la mayoría en el acceso a la fecundación in vitro por razones obvias de mayor difusión de las mismas en comparación con las homosexuales, se observa que, proporcionalmente, las parejas de lesbianas y las personas solteras están creciendo exponencialmente en poco tiempo y tienen un peso específico cada vez más significativo en el acceso a estas técnicas.
En resumen, las técnicas de fecundación artificial son utilizadas principalmente por parejas heterosexuales de edad avanzada y, en menor medida, por parejas lesbianas y solteras. Las parejas homosexuales masculinas no son relevantes desde el punto de vista porcentual, ya que se ven obligadas a recurrir a la gestación subrogada, lo que supone un obstáculo más para tener un hijo en brazos.
Una mirada general a estos datos nos dice que la fecundación artificial como remedio a la infertilidad está adquiriendo cada vez más un papel equivalente al de la fecundación natural cuando el reloj biológico ya está avanzado o cuando la madre naturaleza impide de forma permanente tener un hijo, como en el caso de las parejas homosexuales. En otras palabras, cada vez más personas heterosexuales piensan de la siguiente manera: “Ahora no quiero un hijo, pero lo querré más adelante y recurriré a la fecundación extracorpórea”. Por lo tanto, esta última ya es considerada por los jóvenes como una solución para conciliar la realización personal, la búsqueda de la pareja ideal, la estabilidad económica, psicológica, emocional, relacional, etc., y el deseo de ser padres. En resumen, la fecundación artificial se entiende cada vez menos como un remedio tolerado y no buscado directamente (es decir como un plan B) y cada vez más como un plan A a elegir dentro de 10, 20 o 25 años. Se perfila, por tanto, no como un último recurso, sino como la primera opción, aunque haya que elegirla más adelante. Se entiende simplemente como una forma diferente de ser padres con respecto a la generación natural. Por eso hemos llegado a la sorprendente cifra de un niño nacido en probeta in vitro de cada 32 nacidos en el Reino Unido.
El aumento de las parejas lesbianas y de las personas solteras en un periodo de tiempo relativamente corto se debe, por un lado, a la difusión de la homosexualidad y, por otro, a la idea de que el deseo de tener un hijo es un derecho individual y no de pareja que el Estado está obligado a reconocer siempre. En todo este escenario la perspectiva del hijo queda anulada. Al igual que queda anulado el 93% de los embriones producidos.