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Escándalo

Una “sacerdotisa” en Loreto: es el ecumenismo de la confusión

Después de Brasil, la Santa Casa: también aquí, entre los concelebrantes hay una señora (¿protestante?) con túnica y cuello clerical. Un equívoco que se repite en nombre de una “comunión” forzada y proclamada a los cuatro vientos, siempre y cuando no sea del agrado de Dios.

Ecclesia 06_08_2025 Italiano

Basílica de la Santa Casa de Loreto, 28 de julio de 2025: los obispos de las Marcas concelebran la Santa Misa, con motivo del Jubileo de los jóvenes de su región. En la procesión de entrada, detrás del diácono que lleva solemnemente el Evangeliario, y después de tres sacerdotes sin vestimentas litúrgicas, representantes de iglesias orientales probablemente no católicas, junto a un sacerdote católico se distingue claramente (aquí, minuto 5:50) una mujer con una túnica, de la que asoma el cuello eclesiástico; probablemente se trata de una pastora luterana, cuyo nombre desconocemos.

La señora se sentó entonces en el presbiterio (min. 10:45), siempre junto a un sacerdote, donde permaneció durante toda la celebración eucarística, presidida por el arzobispo de Pesaro-Urbino-Urbania-Sant'Angelo in Vado, mons. Sandro Salvucci. Una fiel presente allí testifica que la “ministra” extendió la mano durante la consagración, en señal de concelebración. Lamentablemente, el vídeo de la celebración no permite confirmar esta afirmación; sin embargo, al reanudarse la Plegaria eucarística por parte del obispo, inmediatamente después de la aclamación de los fieles, se la puede ver (min. 50:02) mientras (¿de nuevo?) extiende la mano, lo que parece hacer más que plausible que el mismo gesto se haya realizado también poco antes, precisamente durante las palabras de la consagración.

Por lo tanto, parece que hay todos los elementos para considerar que la señora, evidentemente perteneciente a una de las comunidades cristianas que «no tienen sucesión apostólica y no reconocen la dignidad sacramental de la ordenación sacerdotal» (CIC, can. 908), ha atentado contra la concelebración en la Santa Casa, ante los ojos de los obispos y presbíteros de las Marcas. Se trata de uno de los delicta graviora reservados al juicio del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (cf. Normæ de delictis Congregationi pro Doctrina Fidei reservatis, art. 3 § 1).

En febrero de este año denunciamos un episodio muy similar, con motivo de la Misa pontifical de toma de posesión de mons. Odelir José Magri en la diócesis de Chapecó (Santa Catarina, Brasil). En aquella ocasión, fue una “presbítera” anglicana la que entró en procesión con los sacerdotes católicos, vestida con camisa y estola sacerdotales; la mujer se colocó en el presbiterio y se auto-comulgó en el altar. En Loreto parece que se repitió la escena, con la excepción de la Comunión.

Parece que a los obispos les importa poco los delicta graviora contra el sacramento de la Eucaristía, así como la confusión que ciertos “gestos ecuménicos” pueden generar en el pueblo de Dios. Sin embargo, la concelebración con ministros de comunidades no católicas sigue estando prohibida, sobre todo si se trata de confesiones cristianas que no tienen el sacerdocio sacramental.

Se podría objetar que los obispos no sabían que la “ministra” extendería la mano en señal de concelebración; objeción aceptada, pero entonces ¿por qué aceptar que entre procesionalmente, vestida con la túnica blanca, junto a los sacerdotes católicos y permanezca en el presbiterio a su lado? En estas situaciones, la eventual presencia de ministros no católicos en la celebración de la Eucaristía debe disponerse de tal manera que no genere ninguna confusión posible y no constituya un “impulso indebido” hacia una communicatio in sacris, que sigue estando prohibida por la falta de una comunión plena efectiva.

La Santa Misa no es el lugar para promover el ecumenismo y la hospitalidad: existen otras ocasiones para alcanzar estos fines. Como explicaba Benedicto XVI en la Exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis (22 de febrero de 2007), «el respeto que debemos al sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo nos impide convertirlo en un simple “medio” que se puede utilizar indiscriminadamente para alcanzar esta misma unidad». El punto crucial de la cuestión radica en el hecho de que «la Eucaristía, en efecto, no solo manifiesta nuestra comunión personal con Jesucristo, sino que implica también la plena communio con la Iglesia. Por eso, con dolor, pero no sin esperanza, pedimos a los cristianos no católicos que comprendan y respeten nuestra convicción, que se basa en la Biblia y en la Tradición».

Es por el hecho de que el cuerpo sacramental y místico de Cristo es uno «que la comunión eucarística y la comunión eclesial se pertenecen tan íntimamente que hacen generalmente imposible el acceso a una sin disfrutar de la otra por parte de los cristianos no católicos» (n. 56). Por eso, el Papa indicaba como «carente de sentido... una verdadera concelebración con ministros de Iglesias o Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia católica».

El can. 844 regula los casos particulares en los que es posible que un católico reciba tres sacramentos —Penitencia, Eucaristía, Unción de enfermos— de un ministro no católico, pero válidamente ordenado, o los casos en los que el ministro católico administra los mismos sacramentos a fieles no católicos, siguiendo el principio de la salus animarum.

Por el contrario, está expresamente prohibida toda forma de concelebración eucarística (cf. can. 908). Por lo tanto, si se presentan razones de conveniencia y oportunidad para que ministros no católicos estén presentes en la celebración eucarística, su participación no debe dar lugar a confusión. Se les puede reservar un lugar de honor, pero parece totalmente inapropiado que estos ministros, especialmente los que no tienen el sacerdocio válido, desfilen en la procesión inicial con los presbíteros católicos, estén presentes en el presbiterio y vistan paramentos litúrgicos.

Para ser sinceros, es toda la celebración la que debe revisarse: continuas intervenciones verbosas, aplausos, guitarras y percusiones, sacerdotes con un ego bastante pronunciado (y no solo el ego) que miran de aquí para allá, sonríen, charlan. Un desastre en toda la línea. La “comunión” entre protestantes y católicos está cada vez más cerca. De forma contraria a la deseada por el Señor.



ESCÁNDALO

Brasil: aparece una “sacerdotisa” anglicana entre los concelebrantes

18_02_2025 Luisella Scrosati

Una señora con alba y estola desfila y comulga junto a los sacerdotes católicos durante una Misa pontifical. Y todo ello bajo la mirada del arzobispo, monseñor Odelir José Magri, que lo justifica calificándo como “incidente aislado” lo que en realidad es un grave delito canónico contra el sacerdocio, la Iglesia y la Eucaristía.