Vivir la palabra de Dios
No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos (Mt 7,21)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
(San Mateo 7, 21. 24-27)
No basta con escuchar la Palabra de Dios: hay que obedecerla, poniéndola en práctica sobre todo cuando la tentación o el pensamiento dominante hacen difícil seguirla. No basta con definirse cristiano para serlo realmente: hay que dar testimonio de ello con coherencia. ¿Cuánto amas realmente la Palabra de Dios en tu vida cotidiana? ¿De qué manera das testimonio concreto de tu fe a los demás? ¿Frecuentas amistades santas o las personas con las que estás están alejadas del camino de la fe?
