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EL CASO

Venecia Trans: Tal y como suponíamos, el cine se ha convertido en propaganda

Las películas son una de las armas de propaganda más poderosas a disposición de los estados. Y de hecho, en Venecia florecen las películas sobre el mundo trans. No tiene nada que ver con la cultura, ni con el arte. Ahora sólo es propaganda.

Cultura 07_09_2022 Italiano English

Ha comenzado el Festival de Cine de Venecia, y también los cotilleos y la polémica. Entre las polémicas que nos interesan están las que se lamentan de una excesiva representación de los temas LGBTQI en las películas que se presentan al concurso. Está, por ejemplo, Tar, con Cate Blanchett interpretando a Lydia Tar, que fue la primera directora de orquesta alemana, lesbiana, que en la película acosa a varias mujeres de su orquesta.

También tenemos L'immensità, del (o de la) director transexual Emanuele Crialese. La protagonista de la película es Penélope Cruz, que interpreta a la madre de una niña de 12 años convencida de que es un niño. El padre, por supuesto, es obtuso y violento. Y luego está Mónica, de Andrea Pallaoro, que cuenta la historia de una mujer que vuelve a casa para cuidar de su madre. La cuestión es que el actor* principal es Trace Lysette, un transexual y activista de los derechos LGBTQI.

Por último, está Le favolose, de Roberta Torre, dedicado a la reunión de siete amigas trans para conmemorar a la octava, Antoni*, fallecida y enterrada por su familia con ropa masculina. Abramos un paréntesis, antes de volver a Venecia: también en la película Notte della taranta (a partir del minuto 22:15) también aparece en escena un* transexual. Una vez cerrado este paréntesis, volvamos al Festival de Venecia.

En resumen: parece que llueve la transexualidad. Y aquí llegamos al punto que nos interesa.

Consideramos que estas películas son escandalosas porque, al ser el Festival de Cine de Venecia un acontecimiento cultural de rango internacional, debería ser un momento cualitativa y artísticamente elevado. En definitiva, debe presentar lo mejor –desde el punto de vista cultural- de la producción cinematográfica italiana, europea y mundial. No sólo eso: consideramos que el cine es arte, en efecto, pero también entretenimiento de alto nivel. Pero, ¿y si estas premisas fueran erróneas? ¿Y si el cine no fuera más que una forma de propaganda –particularmente eficaz-? Mussolini, en 1922, afirmó que “el cine es el arma más fuerte del Estado” porque las imágenes, la música y los diálogos tienen una capacidad impresionante para atraer al pueblo. Por eso, en 1936, decidió fundar los estudios Cinecittà y por eso, en 1932, decidió inaugurar la primera edición del Festival de Cine de Venecia, con motivo del décimo aniversario de la marcha sobre Roma. Entre los premios concedidos, a partir de 1938 se otorgó la Coppa Mussolini a la mejor película.

Pero no sólo el fascismo consideraba el cine como un arma de propaganda: en un texto de 1943 titulado The Motion Picture as a Weapon of Psychological Warfare (“La película como arma de guerra psicológica”), leemos en la primera página: “Las películas son una de las armas de propaganda más poderosas a disposición de los Estados Unidos”. Por eso, en lugar de destruir Cinecittà y acabar con el Festival de Venecia, se revitalizaron después de la guerra: para explotar –esta vez en clave antifascista- su potencial propagandístico.

Porque, nos guste o no, el cine ha sido y sigue siendo una de las armas más poderosas en la guerra cultural que actualmente se desencadena en el mundo. Por eso es reductor, a la hora de abordar una película, detenerse sólo en los contenidos escabrosos y, a lo sumo, considerar los técnicos; si una película es una obra propagandística, ése es el aspecto que hay que considerar ante todo.

Por eso no es de extrañar que en el Festival de Venecia aparezca Giorgia Soleri, que no tiene nada que ver con el cine (de hecho, parece que ha declarado que no le gusta nada el cine) pero que es la novia de Damiano David, vocalista de Måneskin, el grupo musical que ha ganado el Festival de Sanremo, Eurovisión y un sinfín de eventos por razones de fluidez de género. O que no menos de tres películas a concurso traten directa o indirectamente la transexualidad.

La batalla actual tiene lugar en este terreno. Las armas ya están alineadas y los grandes cañones han comenzado a tronar.