San Columbano por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Una vigilancia prudente

Hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. (Lc 17,27)

«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre. Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán». [«Dos estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán».] Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?». Él les dijo: «Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres». (Lc 17,26-37)


La vigilancia prudente que hay que ejercer en la vida terrenal, ya que no sabemos en qué momento moriremos, es una de las virtudes que distinguen al cristiano. Las almas vigilantes viven en la fiel conciencia de que cada momento de la propia vida y, por lo tanto, también la muerte, está en manos de Dios. Aquellos que en cambio no tienen esta fe se dejan absorber por los pensamientos de los éxitos mundanos, dándoles una importancia superior a la que tienen en realidad, intentando gustar más a los hombres que a Dios. Jesús hoy nos pregunta donde ponemos nuestras seguridades: ¿en Él o en las cosas que se agotan en esta vida terrena?