San Columbano por Ermes Dovico
FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Una llamada exige una respuesta

El joven se fue triste. (Mt 19,22)

Se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Él le preguntó: «¿Cuáles?». Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo». El joven le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?». Jesús le contestó: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme». Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico. (Mt 19,16-22)

 

Nuestra santificación llega a través de una respuesta inmediata a la llamada de Jesús. Nuestra vocación es, de hecho, lo que Dios espera de nosotros, de nuestra vida. Entre otras cosas, ha dispuesto todo para que podamos hacer su voluntad. El joven rico, en cambio, no busca su vocación, es decir, lo que Jesús quiere de él, sino que busca una perfección meramente humana de respeto a los mandamientos. La conclusión es amarga: al no querer deshacerse de las riquezas que le impedían seguir la llamada de Jesús, el joven se va triste. Y tú, ¿estás dispuesto a hacer la voluntad de Dios aunque implique alguna renuncia? ¿Estás convencido de que Dios no viene a quitarte nada, sino que solo quiere darte la alegría y la paz que solo Él puede darte?