San Juan Evangelista por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Una compasión amarga

¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! (Lc 19,42)

Al acercarse y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía: «¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita». (Lc 19,41-44)


La amarga compasión de Jesús por los habitantes de Jerusalén no está reservada exclusivamente para ellos, sino que es un anticipo de lo que les espera a todos aquellos que, en un futuro y hasta su retorno en la Gloria, no consiguen acoger sus dones, útiles para la propia salvación. Por lo tanto, no nos sintamos superiores a los demás por la gracia de ser cristianos. En cambio, recemos a Jesús para que haga de nosotros personas constantes y vigilantes, dispuestas a reconocerlo cuando atraviesa nuestra vida, evitando así el destino de los habitantes de Jerusalén que no lo reconocieron como Dios.