Un año dedicado a San José
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. (Mt 1,24)
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. (Mt 1,18-24)
San José, el padre putativo, es decir, adoptivo, de Jesús, es el ejemplo del pobre en espíritu, de la persona que ama de tal manera al Señor que lo sigue incluso cuando, humanamente, no es capaz de entender hacia dónde lo llevarán sus proyectos divinos. Superando esta prueba con el auxilio de la gracia y de su humildad silenciosa, san José contribuyó de manera fundamental al nacimiento y al crecimiento de Jesús. Alentados por el papa Francisco, que el 8 de diciembre ha anunciado un Año dedicado a San José, recordemos pedirle, en la oración, su ayuda para ser dóciles a la voluntad de Dios. Como fue él.