FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Ser elegido por Dios

El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es Santo (Lc 1,49)

En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es Santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

(San Lucas 1,46-56)
 

El Magnificat de María es un himno de alabanza y gratitud que nace de la conciencia de haber sido elegida por Dios para una tarea extraordinaria. María no se exalta a sí misma, sino que reconoce la grandeza de Dios, que cuida de los pequeños y los humildes, invirtiendo la lógica del mundo. El canto destaca dos aspectos centrales: la misericordia de Dios, que se extiende de generación en generación, y la justicia que derriba a los poderosos y eleva a los humildes. María es ejemplo de humildad y apertura a la voluntad divina: su grandeza nace de dejarse guiar por Dios, reconociendo su acción. ¿Qué «grandes cosas» ha hecho Dios en tu vida y por las que puedes alabarlo hoy? ¿De qué manera puedes imitar a María en la humildad y la apertura a la voluntad de Dios?