Santo Tomás por Ermes Dovico

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO

Seguir al pastor por instinto

Mis ovejas escuchan mi voz. (Jn 10,27)

Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente». Jesús les respondió: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno». (Jn 10,22-30)


Las ovejas siguen al pastor por instinto. Los hombres, en cambio, están dotados de inteligencia y voluntad y, por lo tanto, su acción no está determinada solo por el instinto. Tenemos el poder de elegir el bien y de que nuestra sed de felicidad eterna sea apagada por Dios. O podemos escoger el mal, buscando ilusoriamente la felicidad en las criaturas que, al no ser eternas, no pueden satisfacer tal deseo. Aprendamos del instinto natural de las ovejas hacia el pastor y fiémonos más de Jesús, buen pastor, que de nosotros mismos.