Santas Fusca y Maura
Fusca nació en una familia pagana de Rávena y cuando tenía unos 15 años empezó a interesarse por la fe cristiana. Le confió su deseo de conocer mejor el cristianismo a su querida nodriza, Maura
Según la Passio más conocida, Fusca nació en una familia pagana de Rávena y cuando tenía unos 15 años empezó a interesarse por la fe cristiana. Le confió su deseo de conocer mejor el cristianismo a su querida nodriza, Maura, que la animó en su propósito. Ambas fueron a visitar a un sacerdote llamado Hermolao, que les enseñó las verdades principales de la fe y las bautizó. En cuanto el padre de Fusca supo que su hija se había bautizado intentó que abjurase, pero no lo consiguió. Después de que fuera denunciada al prefecto Quinciano, unos soldados fueron a arrestar a Fusca y Maura, pero fueron disuadidos al ver a un ángel con una espada desenvainada protegiendo a las dos cristianas.
Seguidamente fueron las propias Fusca y Maura las que se entregaron espontáneamente a las autoridades imperiales; el hecho que en la Passio se indique el nombre de Quinciano, el mismo procónsul responsable del martirio de santa Águeda, ha llevado a situar su martirio a mediados del siglo III, durante las persecuciones ordenadas por el emperador Decio (249-251). Fuente hagiográficas afirman que ambas santas fueron torturadas y asesinadas con un golpe de espada.
Sus cuerpos, tras haber llegado por mar, fueron hallados en el siglo XI en Libia, cerca de Sagratha [por esto, y basándose en el significado de sus nombres (Fusca, en latín, significa «oscura»; Maura, «nacida en Mauretania»), otra tradición indica que ambas mártires vivieron en Tripolitania], desde hace tiempo bajo dominación musulmana. Un cristiano llevó los cuerpos a la isla veneciana de Torcello, donde ya en la primera mitad del siglo IX existía una iglesia dedicada a santa Fusca y reedificada en su aspecto actual tras la llegada de las reliquias. Actualmente, los restos de santa Maura están custodiados en la iglesia de Santa María de Lourdes, en Milán.