Santas Basilisa y Anastasia
Mártires romanas, fueron discípulas de Pedro y Pablo en la época del emperador Nerón.
Dos de las primeras santas mártires romanas, Basilisa y Anastasia, fueron discípulas de Pedro y Pablo en la época del emperador Nerón. Tras el martirio de los dos santos apóstoles, tuvieron la piedad de dar sepultura a sus cuerpos.
Según relata la tradición, fueron los mismos apóstoles los que bautizaron a ambas mujeres. Basilisa y Anastasia maduraron una gran fe y caridad, ejerciendo la virtud de la fortaleza, gracias a la cual permanecieron firmes en Cristo también en el momento de la prueba. En el año 64 acaeció el gran incendio de Roma y, en esa ocasión, Nerón hizo que se acusara injustamente a los cristianos, iniciando así la primera gran oleada de persecuciones en la capital del imperio. Fue durante ese momento histórico cuando Pedro fue crucificado boca abajo y Pablo decapitado, martirizados a pocos kilómetros el uno del otro y el mismo día (el 29 de junio del 67, como refiere una tradición consolidada).
El Príncipe de los Apóstoles fue enterrado en una propiedad de cristianos no lejos del Circo de Nerón, donde hoy surge la Basílica de San Pedro. El cuerpo del Apóstol de los Gentiles, en cambio, fue enterrado a lo largo de la vía Ostiense, donde fue construida la Basílica de San Pablo Extramuros. La ubicación de ambos sepulcros, que se convirtieron rápidamente en meta de peregrinaciones, era muy conocida a la comunidad cristiana de Roma, como ratifica el testimonio de Gayo, un presbítero que vivió en época de san Ceferino (papa desde el 199 al 217), que escribía: “Si vas al Vaticano o a la vía Ostiense, encontrarás las reliquias de los fundadores de la Iglesia”. Sólo en la segunda mitad del siglo III, debido al endurecimiento de las persecuciones, ambos cuerpos fueron trasladados ad Catacumbas, es decir, a las actuales Catacumbas de San Sebastián.
Basilisa y Anastasia, por haber contribuido de manera tan valiosa a la sepultura de los dos apóstoles, seguramente estuvieron más expuestas a las persecuciones. El hecho es que fueron capturadas. Sus verdugos intentaron hacerlas abjurar sometiéndolas a diversas torturas, desde la flagelación a cortarles la lengua. Sin embargo, ambas santas siguieron profesando su fe en Cristo y, al final, fueron decapitadas por orden de Nerón. La fecha tradicional de su memoria es el 15 de abril, pero las últimas ediciones del Martirologio Romano han añadido a las dos santas al grupo de los “Protomártires romanos”, con recuerdo general el 30 de junio. Según el Diario Romano de 1926, sus reliquias están custodiadas en la iglesia de Santa María de la Paz.