San Esteban por Ermes Dovico

Santa Liduvina

Fue una mística holandesa que ofreció todos sus sufrimientos a Cristo para la salvación de las almas y que tuvo visiones del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso

Santo del día 14_04_2021 Italiano English

Muy venerada en los Países Bajos, santa Liduvina de Schiedam (1380-1433) fue una mística holandesa que ofreció todos sus sufrimientos a Cristo para la salvación de las almas y que tuvo visiones del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Desde niña sintió una tierna veneración por la Virgen y le gustaba estar recogida en oración delante de la imagen de Nuestra Señora de Schiedam. Durante el invierno de 1395, mientras estaba patinando sobre hielo con unas amigas, la joven cayó y se rompió una costilla. Fue el principio de su calvario personal. Tras la caída, sus condiciones de salud empeoraron progresivamente. Desde entonces - tenía apenas 15 años - se vio obligada a permanecer en cama, con una parálisis progresiva que, según sus hagiógrafos, le afectó a todo el cuerpo con excepción de la mano izquierda.

Un sacerdote la ayudó a aceptar la situación, enseñándole el valor salvífico de los sufrimientos unidos a los de Cristo. Ayunaba continuamente, como atestigua un documento de la época, redactado por las autoridades de Schiedam. Con los años, su fama de santidad se difundió más allá de su tierra natal. Muchos peregrinos, entre los cuales personas enfermas procedentes de Flandes, Alemania e Inglaterra, iban a verla, tanto por las curaciones milagrosas que se le atribuían, como para recibir consejos espirituales. El corazón de su vida era la Eucaristía. Un día, sus dones sobrenaturales fueron puestos a prueba precisamente acerca de la presencia real de Jesús en la Hostia consagrada. Cuando su sacerdote se le acercó con una hostia no consagrada, Liduvina la rechazó de inmediato. Una experiencia común a las grandes místicas, si pensamos en las repetidas pruebas a las que fue sometida, por ejemplo, la Sierva de Dios Teresa Neumann (1898-1962), que durante 39 años se nutrió exclusivamente de la Eucaristía.

Su ángel custodio la visitaba a menudo y la piedad celeste le concedió en varias ocasiones visiones del más allá. Después de estas visiones ofrecía sus dolores y rezaba con más ardor, hasta el punto de llegar a liberar a diversas almas del Purgatorio con sus oraciones. Un día obtuvo de Dios mostrar a un sacerdote amigo suyo las penas que sufría en el Infierno el alma de una dama que él conocía: el sacerdote se quedó aterrado y prometió cambiar de vida. En una visión se le apareció un rosal con las palabras: “Cuando florezca, tus sufrimientos acabarán”. Durante la Semana Santa de 1433 pudo, por fin, exclamar: “¡Veo el rosal en flor!”. Murió el Martes Santo. Su sepulcro se convirtió rápidamente en meta de peregrinaciones y al año siguiente se construyó la primera capilla en su honor.

Patrona de: patinadores sobre hielo, enfermos crónicos